La prefijación fue uno de los caminos más
productivos para la formación de palabras en latín. El verbo servare significaba
'salvar', 'librar', 'proteger'. Cicerón escribió qui ceteros servari para
significar 'yo que salvé a todos los ciudadanos'. Plauto y Terencio
usaban serva para expresar 'escucha, atiende, mira'. El verbo
latino provenía de la raíz indoeuropea serw-, que para aquellos
pueblos prehistóricos significaba 'proteger'.
En latín, la palabra se unió a prefijos que le confirieron significados más específicos que luego se transmitieron a las lenguas romances, como la nuestra: con el prefijo ob- se formó observare 'mirar lo que está ante los ojos, cara a cara'; anteponiendo el prefijo re- surgió reservare, que significaba 'guardar, ahorrar'; prae- dio lugar a praeservare, que para los romanos signficaba' observar previamente'; con el prefijo con- se formó conservare de denotación muy semejante a nuestro conservar.
Incontables derivados se formaron después en las lenguas romances, tales como reserva, observatorio, preservativo, conservación y un largo etcétera.
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