jueves, 30 de junio de 2016

CUATRO COSAS...

Este es un artículo de mi autoría, publicado en primicia y exclusividad en la "Revista Avancemos" (Chepén) en su edición Nº 74 del mes de junio de 2016. Es una publicación mensual dirigida por el Sr. Julio César Angulo Quesquén, en donde –además de "Escritor"–, soy el responsable de la "Corrección Gramatical" de gran parte de dicha revista.
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Por: Nicanor Alfredo Camacho Núñez

“Hay cuatro cosas que nunca más vuelven: una bala disparada, una palabra hablada, un tiempo pasado y una oportunidad desaprovechada”        
 –Proverbio  Árabe–

Si le preguntas a un fracasado qué es el éxito, lo más probable, te dirá: es una cuestión de suerte. Pues bien, para mí, el éxito es la relación intrínseca entre la oportunidad y el estar preparado. Si no estamos preparados para algo y se nos presenta la oportunidad, simplemente la veremos pasar boquiabiertos  –como es común en la mayoría de nosotros– y nada más. Pero, si nos hemos preparado para algo y se nos presenta la oportunidad, o mejor dicho la buscamos, simplemente la vamos a aprovechar. Por eso es que el mediocre y el fracasado, al no tener el valor ni la hidalguía de reconocer el éxito ajeno, se limitan a justificarse a sí mismos (y no ante otros) que el éxito es pura suerte; nada más estúpido. Es que, en estos casos, el éxito ajeno reta, desafía, duele ¿No lo has sentido alguna vez? De ahí que para muchos nos incomoda.

“No hay premios ni castigos, solo consecuencias”            
 –Anónimo–

El prepararse para algo que uno desee o necesite es la mejor forma de evitar desperdiciar oportunidades en la vida, no hay otra manera. Con esto de preparación, no me refiero únicamente a universitaria; hablo de preparación en general, sin adverbios ni adjetivos calificativos. La preparación que tú consideres conveniente, cualquiera sea la índole.

“Es tu ACTITUD y no tu APTITUD la que determina tu ALTITUD”
–Albert Einstein–

Por eso es que para muchos –repito– el éxito ajeno duele, porque les significa un reto o un desafío, y al no haberse preparado para algo que el amigo sí lo estuvo y al encontrar la oportunidad la aprovechó el mediocre dirá siempre: “es cuestión de suerte”. Pues, el que no pudo o no quiso prepararse se engañará diciendo ante todo el mundo que “el amigo es suertudo”. Es la manera más fácil, y hasta cobarde, de conformarse o justificarse a sí mismo la poca capacidad o valor para hacer algo.

“Nos engañamos al considerar que la muerte está lejos de nosotros, cuando la mayor parte de ella ya ha pasado, porque todo el tiempo transcurrido sin aprovecharlo pertenece a la muerte”                        
–Lucio  Anneo  Séneca–

Así que la próxima vez que veas a alguien tener algún éxito, ten muchísimo cuidado de no decir: ¡Qué suerte ha tenido el fulano! Pues es tu ego –ubicado en la subconsciencia– el que te hace decir conscientemente tal aberración y no reconocer su gran labor. Esta es una de las tantas maneras que nuestro ego nos hace para engañarnos y no sentirnos tan mal ante alguien que consiguió un éxito y que tú no lo has logrado. Por lo tanto, preparémonos simplemente. Preparación para todo, ya que una bala disparada, una palabra hablada, un tiempo pasado y, sobre todo, una oportunidad desaprovechada nunca más vuelven; salvo mejor parecer.

“Cuenta los días de tu vida, y verás cuán pocos y desechados han sido los que has tenido para ti”                        
  –Lucio  Anneo  Séneca–

domingo, 26 de junio de 2016

ETIMOLOGÍA DE "MORGUE"

Lamentablemente se conoce muy poco sobre el origen último de este vocablo (MORGUE) que nos llegó desde el idioma francés, pero la historia conocida nos muestra una curiosa evolución de su significado. 

Hacia la primera mitad del siglo XVI, se empleaba para referirse a una 'actitud arrogante, adusta o severa, de ceño fruncido'. En el “Trésor de la langue francoyse” (1606), de Nicot, faire la morgue 'hacer la morgue' era 'presentar una actitud de filosofía triste y severa', pero en 1694, en la primera edición del Diccionario de la Academia Francesa, “MORGUE” se define, además, como 'entrada de una prisión, donde los detenidos permanecen algún tiempo expuestos, a fin de que los guardias puedan observarlos detenidamente para reconocerlos más tarde'. 

Casi un siglo después (1798), el vocablo francés mantenía estos significados, pero agregaba otro nuevo: “Un lugar donde son expuestos los cuerpos de personas que fueron halladas muertas fuera de su domicilio, a fin de que puedan ser reconocidas”. 

A partir de 1923, la Morgue de París pasó a ser el Instituto de Medicina Legal. La palabra apareció registrada por primera vez en nuestra lengua española en la edición de 1917 del diccionario de José Alemán y Bolufer: 

«Edificio para depositar y exhibir los cadáveres desconocidos, con el fin de que los reconozcan sus deudos o el público».

domingo, 19 de junio de 2016

¿SABÍAS QUE...?

¿SABES DE DÓNDE PROVIENE “ADOLESCENTE”? Y ¿POR QUÉ, PERSONALMENTE, MEJOR PREFIERO EMPLEAR EL VOCABLO “PÚBER" (PUBERTAD)?

La “Organización Mundial de la Salud” (OMS) define la adolescencia como "el período de la vida que transcurre entre los 11 y 19 años de edad". Constituye una fase de desarrollo psicosociosomático (psicológico, sociológico y físico), situada entre la infancia y la edad adulta. 

La palabra ADOLESCENCIA” proviene de la raíz indoeuropea “al-” “nutrir”, “crecer”, de la cual se derivó la voz latina “alere” “nutrir”, “alimentar”, que dio lugar a “alescere” “crecer”, “aumentar”. A partir de esta última, unida al prefijo “ad-se formó el verbo “adolescere” “crecer”, “desarrollarse”, y por último, del participio presente de este verbo, “adolescens”, “-entis” “el que está creciendo”, se formaron en el siglo XIII las palabras francesas “adolescent” y “adolescence”, que muy pronto llegaron al idioma español como “adolescente” y “adolescencia”, respectivamente. Unos dos siglos más tarde, se incorporó “adolescence” al idioma inglés, así como “adolescenza” al italiano. 

La palabra adulto” también se deriva del verbo “adolescere” –más precisamente de su participio pasivo “adultus” “el que ha crecido”–, introducida en nuestra lengua española a finales del siglo XV.  

En cambio, la Programación Neurolingüística (PNL) prefiere llamar “púber” (pubertad), pues considera que inconscientemente la persona lo asocia con “sufriente”, lo cual puede ser limitante. 

domingo, 5 de junio de 2016

"LIBRO"

CON EL RESPETO QUE SE MERECEN TODOS, ¿QUIÉN NO HA COGIDO ALGUNA VEZ UN LIBRO, NO PARA LEERLO SINO AUNQUE SEA PARA CAMBIARLO DE LUGAR?

“LIBRO” proviene de liber”, la palabra con que los antiguos romanos designaban la parte interior de la corteza de los árboles que usaban para escribir. Con ligeras variantes, este vocablo se repite en todas las lenguas romances modernas (“libre” en francés, “libro” en portugués, “libro” en italiano, “llibru” en asturiano, entre otras). 

El primer libro impreso de la historia –una Biblia en dos tomos, con 1282 páginas escritas en caracteres góticos, conocida como la “Biblia Mazarina”– fue editado por el propio inventor de la imprenta, Johannes Gutenberg. Este impresor alemán construyó la primera prensa de tipos móviles en Maguncia, en 1454, un año después de la toma de Constantinopla por los turcos, hecho que dio inicio a la llamada “Época Moderna”. 

Sin embargo, los primeros libros manuscritos ya habían aparecido unos dos mil años antes (500 a C.), en Corea y China, confeccionados con hojas de palmera, tablas de madera pulida, corteza de árboles y hojas de seda. Algunos siglos después, aparecieron libros hechos con placas de arcilla en Asiria y Caldea y también en Roma, con pergaminos confeccionados con piel de carnero. Con esos materiales, se comprende que los primeros libros fueran muy diferentes de los que hoy conocemos. Los de pergamino, por ejemplo, eran rollos que aparecían escritos de un solo lado, pero en la época de Augusto, alguien tuvo la idea de doblar los grandes pergaminos en hojas, cortarlas y coserlas en cuadernos para darle al libro la forma rectangular que ha conservado hasta nuestros días.