domingo, 25 de septiembre de 2016

VERSATILIDAD

Este es un artículo de mi autoría, publicado en primicia y exclusividad en la "Revista Avancemos" (Chepén) en su edición Nº 76 del mes de setiembre de 2016. Es una publicación mensual dirigida por el Sr. Julio César Angulo Quesquén, en donde –además de "Escritor"–, soy el responsable de la "Corrección Gramatical" de gran parte de dicha revista.
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Por: Nicanor Alfredo Camacho Núñez

Mientras más impurezas tenga el oro, menos maleable y flexible será. El oro de 12 quilates es menos maleable que el de 24. Muy similar ocurre con nosotros: mientras más impurezas tengamos en nuestra mente –constituidas por complejos, prejuicios, aversión al riesgo, soberbia, entre otros– más inflexibles y rígidos seremos. Poseemos todo el oro del mundo para crear o diseñar nuestra vida, pero nuestras impurezas mentales nos limitan. Es decir, todos adolecemos de alguna parálisis; pero no las físicas –las menos nocivas–, sino las mentales: las peores.

“los límites son físicos, las limitaciones son mentales”              
 –Anónimo–

Solamente con la modestia adecuada y un buen criterio, uno puede ser lo suficientemente flexible o maleable (adaptabilidad), y para tener un buen criterio es imprescindible estar consciente en todo momento del entorno. Al estar consciente de que quién soy y dónde me encuentro, es posible que empiece a mirar hacia dónde quiero llegar (metas o propósitos). Mientras uno no tome consciencia dónde está y cómo está, es imposible avanzar; pues no sé qué tengo, qué no tengo, qué necesito, etc.

“No hay viento favorable para el que no sabe hacia dónde va”                                                                  –Lucio Anneo Séneca–

Es nuestra parálisis mental (radicada en nuestra subconsciencia) la que en muchos casos no nos deja reconocer ni aceptar cuál es mi lugar. Esta subconsciencia se manifiesta a la consciencia a través de la soberbia, la arrogancia, altanería y otras impurezas mentales, las mismas que nos hacen sentir –imaginariamente– superiores a otros, inclusive, menospreciando a los demás (esto no es tener suficiente autoestima, son síntomas de poca autoestima); de ahí la gran necesidad de tener una mente flexible, pura, libre de impurezas, como el oro de 24.

Si usted quiere escalar una montaña muy elevada con la ayuda de un guía, tiene dos alternativas. La primera es buscar un guía que, además de tener los mapas y las rutas, conozca los climas, aunque nunca haya subido a la montaña. La segunda alternativa es buscar un guía que ya haya subido hasta la cima. Lo mismo ocurre con la flexibilidad: solamente si uno la vive y aplica en cada momento de su vida, la puede enseñar.

En los desiertos, movidas por el viento, las dunas cambian permanentemente su ubicación y a veces bloquean los caminos. La única forma de recorrer el desierto es con un vehículo de doble tracción que nos dé la flexibilidad y potencia necesarias para recorrer caminos alternativos. Hoy, nuestra vida cotidiana es como el desierto. Los vientos del cambio, competencia y globalización modifican permanentemente el territorio empresarial, profesional y laboral, y generan una serie de obstáculos que bloquean los caminos ya conocidos. La única forma de crecer en este entorno es desarrollando nuestra flexibilidad, adaptabilidad y creatividad, para ello hay que tener una mente pura como el oro; mientras más puros, más flexibles o versátiles.

“El viaje más largo y difícil es el que se hace al interior de uno mismo”                                                           –Dag  Hammerskjöld–

Esa pureza o maleabilidad, unida a la informacionalización, es la que nos dará las oportunidades para crecer. Bien decía en vida Miguel Ángel Cornejo: “El latinoamericano promedio cree temer a la competencia, cuando en realidad le teme es a su propia incompetencia”. Mientras uno no sea lo suficientemente puro o maleable (adaptabilidad), siempre estaremos resistiéndonos a los cambios, y este vetusto paradigma mental es totalmente errado. Posiblemente antes estuvo muy bien –para la época–, ya que los cambios eran muy lentos, pero ahora es un suicidio; el sistema cambia vertiginosamente.

“En una época de cambios radicales, el futuro es de los que siguen aprendiendo permanentemente, los que ya aprendieron se encuentran bien equipados, pero para vivir en un mundo que ya no existe”                   
 –Eric  Hofer–

Entonces: adaptabilidad, y para ello es necesario ser flexible, maleable y dúctil como el oro puro. Si uno quiere fugar no hay otra dirección que no sea para adelante, pues no se puede dar paso atrás, es peor; salvo mejor parecer.

“Solo la adaptabilidad te hará sobrevivir”             
–Charles Darwin–

sábado, 24 de septiembre de 2016

PÍLDORAS GRAMATICALES

La letra “jota” no existía en el alfabeto romano, en el que se confundía con la "i"; y ambas están emparentadas en tal medida que la letra jota se pronuncia como "i" en el alemán moderno y en otras lenguas. La “jota” fue introducida en la imprenta por tipógrafos holandeses y llegó al idioma español de la mano de uno de ellos, Pedro Ramus, razón por la cual hasta algunas décadas atrás, muchos la llamaban "jota de Holanda". 

Sin embargo, los holandeses no inventaron la jota; la tomaron de la “iota” griega, que provenía, a su vez, de los alfabetos hebreo y caldeo, en los cuales era la letra más pequeña, de donde surgió la expresión "no sabe ni jota", que equivale a "no sabe nada, ni la letra más pequeña". 

domingo, 18 de septiembre de 2016

miércoles, 7 de septiembre de 2016

TIRANO

En los tiempos actuales, llamamos TIRANO” al dictador, al individuo que se apodera del aparato de Estado para gobernar como mejor le parezca y convenga, guiado solo por su voluntad. 

Sin embargo, el primer tirano de la historia, “Pisístrato”, que gobernó Atenas entre 561 y 527 a. de C., no fue tan malo. Administrador moderado, Pisístrato gobernó con benevolencia y se granjeó la simpatía de los atenienses. Embelleció la ciudad mediante la construcción de los templos de Zeus Olímpico y de Apolo, así como con el Liceo. Abrió caminos, hizo un acueducto e inauguró nuevos mercados. Fue el primer gobernante de la historia que ordenó escribir los poemas de Homero. A su muerte, lo sucedieron sus hijos, Hipias e Hiparco, quienes gobernaron hasta 510 a. de C. 

Para los griegos, un “tyrannos” era un líder que derrotaba a la aristocracia y se alzaba con el poder, pero no era necesariamente un déspota, como en estos tiempos actuales.