miércoles, 28 de agosto de 2013

PÍLDORAS GRAMATICALES

¿Es correcto decir: “el agua está frío”, debido al uso del artículo determinante masculino?

Los adjetivos que determinan a sustantivos femeninos que comienzan por /a/ tónica se usan en género femenino: el agua fría, la fría agua, el agua está fría.

sábado, 24 de agosto de 2013

PENSAMIENTOS DEL MES

HONOR:
“Todos aman la vida, pero el hombre valiente y honrado aprecia más el honor”.
-William Shakespeare-

OBEDIENCIA:
“La obediencia simula subordinación, lo mismo que el miedo a la policía simula honradez”.
-George Bernard Shaw-

GOBIERNO:
“El mayor peligro de los gobiernos es querer gobernar demasiado”.
-Conde de Mirabeau-

AMIGOS:
“Un amigo es una imagen que tienes de ti mismo”.
-Robert Louis Stevenson-

TOLERANCIA:
“Hay un límite en que la tolerancia deja de ser virtud”.
-Edmund Burke-

lunes, 19 de agosto de 2013

ESCRIBIR A MANO: UNA HERRAMIENTA QUE HEMOS PERDIDO

En el mundo de ayer, una de las artes manuales era la caligrafía. La gente debía entrenarse desde chica en el trazado correcto y prolijo de las letras y palabras, con lo cual su escritura se convertía en uno de los medios de comunicación con los demás, aparte de la vía verbal. Ese entrenamiento se ejercitaba a través de planas interminables, cuyo resultado era una letra legible, a menudo armoniosa y a veces espléndida.

Sin ir más lejos, este cronista tuvo un padre que escribía en letra gótica y redonda, al margen de su caligrafía personal, que era impecable. No se trataba de un ser excepcional sino de un simple empleado público formado en la teneduría de libros, pero su destreza a la hora de empuñar la pluma era un rasgo que abarcaba a casi todos los individuos medianamente cultivados. Mientras sobrevivió la práctica de los textos manuscritos, la buena letra fue un rasgo definitorio de la gente alfabetizada, y cabe agregar que el estilo de la letra trasladaba a los textos algo de la identidad de quien los trazaba. Luego se universalizó el empleo de la máquina de escribir, con lo cual la letra impresa borró aquel sello personal. Pero después vino la informática, y a esa altura la caligrafía pasó a ser un virtuosismo difunto, un arte manual evaporado.

Así el hombre, que se ufana de haber conquistado modalidades electrónicas de hablar con el prójimo, dejó por el camino una antigua herramienta, la de escribir a mano, sin la cual quedaría totalmente incomunicado en caso de sobrevivir en una isla desierta donde no hubiera computadoras ni tendido de cables. En los viejos tiempos, la buena letra era un motivo de orgullo para su operador, excepto en el caso de los médicos, que podían ser profesionales eminentes pero siempre tuvieron mala letra, solo descifrable por los farmacéuticos. Claro que también hubo literatos deslumbrantes que escribían con caligrafía tan precaria y garabateada como la de los médicos, caso de Marcel Proust, cuyos editores póstumos merecerían más premios que el descubridor del sentido de los jeroglíficos egipcios. Pero lo que corresponde añadir es que con la desaparición del hábito de escribir manualmente, se ha desvanecido uno de los lazos de los congéneres con el idioma. Cualquiera que esté medianamente sensibilizado para las artes visuales, sabe que una buena letra es un equivalente de un buen dibujo, y que el abandono de esa ejercitación es una manera de desencontrarse con la habilidad de la mano que empuña una pluma o un lápiz.

Antiguamente, leer una carta manuscrita era una experiencia muy distinta de la que puede tenerse al leer un e-mail o -peor aun- un mensaje de texto en el celular. En la caligrafía estaba impresa la huella de un temperamento o de las emociones del remitente, una carga que desaparece cuando la palabra está mecánicamente impresa en una pantalla. Falta saber si el género epistolar habría tenido el prestigio que tuvo en los siglos pasados si hubiera pasado por el baño congelador de la mecanicidad. Todo lo precedente puede resultar un discurso arqueológico para gente joven que vive otra realidad, tanto a nivel escrito como oral, pero desde el añejo mirador de la veteranía puede señalárseles que por estar zambullidos en la modernidad, se han perdido el secreto de la letra dibujada y por lo tanto la seducción que la caligrafía tuvo y después perdió. No todo tiempo pasado fue mejor, pero toda letra pasada fue seguramente más bella que la de hoy.

jueves, 15 de agosto de 2013

LA PALABRA DEL MES: "VEDETE"

En el uso de los hispanohablantes, VEDETE es una forma castellanizada que se emplea unas cuarenta veces más que la grafía francesa vedette”, pero el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española mantiene esta última versión hasta hoy, aunque inexplicablemente incluye también “vedetismo”, ya españolizada.

Con la aparición del Diccionario panhispánico de dudas”, la Real Academia propone la adaptación gráfica vedet, con su plural vedets. Sin embargo, aclara que es también válida la adaptación vedete.

Vedete es “la artista principal de un espectáculo de variedades” o “la persona que se destaca o quiere hacerse notar en algún ámbito”.

La palabra francesa fue tomada del italiano vedetta, voz que designa la «torre o atalaya» desde donde los centinelas vigilan un lugar. Curiosamente, la palabra italiana -antiguamente veletta- se formó a partir del español vela en su acepción de 'vigilia', como en 'permanecer en vela'. En italiano “stare alla vedetta o alle velette” es 'estar de guardia'. Según el “Vocabolario Etimologico di Pianigiani”vedetta no tiene ninguna relación con vedere 'ver'.

sábado, 10 de agosto de 2013

"A DONDE" O "ADONDE"

En estas últimas semanas, con mucha frecuencia veo, escucho y me preguntan sobre una expresión -adverbio- muy común que no la usan correctamente. Me remito al "Diccionario panhispánico de dudas" de la Real Academia de la Lengua Española para responder este error. 

¿Cuál es la forma correcta: “a donde” o “adonde”?
Es un adverbio relativo de lugar que expresa la dirección de un movimiento. Es palabra átona y por ello se escribe sin tilde, a diferencia del adverbio interrogativo o exclamativo adónde.

Funciona, a modo de conjunción, introduciendo oraciones de relativo con antecedente o sin él: “Desciende a los infiernos, adonde va a buscarlo la Diosa Madre”. “Regresamos adonde nos esperaba el taxi”. También puede escribirse en dos palabras: “a donde”. Aunque hasta ahora la Real Academia de la Lengua Española venía recomendando un uso especializado de ambas grafías: “adonde” –con o sin antecedente expreso– y “a donde” –sin antecedente expreso–, esta recomendación no ha cuajado en el uso y hoy se admite como correcto el empleo indistinto de ambas formas: “Esperamos nerviosos el mediodía en el lugar a donde hemos sido conducidos”. “Vaya a donde quiera, descanse”.

En el español actual debe evitarse el uso arcaico (antiguo) de “adonde” o “a donde” para indicar situación (en donde): “El carnicero estaba [...] a pocas cuadras de las calles Rivas y Misiones, a donde lo esperaba un cliente”. “Andrés Trapiello ha escrito buenas y curiosas anécdotas de ese bar, adonde entrevisté a Ítalo Calvino” (ambos ejemplos erróneos). En estos casos debe usarse el adverbio relativo “donde”, opcionalmente precedido de “en”.

Como preposición (adonde) o locución preposicional (a donde) se utiliza, en la lengua coloquial, con el sentido de junto a o a casa de: “El mozárabe regresó adonde Guacelmo”. “Beatriz y Vicente se han ido a donde su tía”. “Esa misma tarde volvió adonde Prato”. Con este mismo sentido pude usarse también “donde”.

No es correcto usar este adverbio precedido de preposición: “El club de los corazones solitarios…, [...] hacia adonde algunos [...] miraban entre la nostalgia y la ironía”. En estos casos debe suprimirse la preposición (hacia) o emplear el adverbio relativo “donde”.

POST DATA: No confundir con el adverbio interrogativo o exclamativo “adónde” que significa “a qué lugar”. Es tónico y por ello se escribe con tilde.

Atentamente.

lunes, 5 de agosto de 2013

¿SABÍAS QUE...?

REGAÑAR es un verbo castellano que proviene del latín gannio, gannire, usado para denominar el ladrido del perro, pero también el sonido emitido por otros animales y hasta el canto de algunas aves. Cátulo y Juvenal usaron gannire con el sentido de 'quejarse, lamentarse, gritar'. Estos últimos significados están en el origen de la expresión “a regañadientes”, que se aplica a 'aquello que se hace con disgusto o repugnancia'. 

En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE) se menciona regañar con el sentido de 'reprender o reconvenir', pero también se señala como otro significado el 'gruñido de un perro'. La primera acepción (reprender, reconvenir) tiene diversos equivalentes, tanto en España como en América, tales como reñir, reprender, rezongar, retar y, en el Perú, resondrar. En portugués, el verbo latino dio lugar al verbo ganir 'gemir (un perro)' y el sustantivo ganido 'gemido (de un perro)'.