martes, 29 de abril de 2014

domingo, 27 de abril de 2014

¿ERRAR O FRACASAR?

Por: Nicanor Alfredo Camacho Núñez
Artículo publicado en primicia y exclusivamente en la “Revista Imágenes” (Chepén) en su edición N° 28 del mes de marzo de 2014. Publicación mensual y regional porque circula en varias provincias de los departamentos de La Libertad, Lambayeque y Cajamarca, dirigida por el Sr. Hernán Baltazar Suárez Vásquez y en donde –además de “Escritor”– soy el responsable de la "Corrección Gramatical” de una parte de dicha revista.
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Para algunos, los errores en la vida se escuchan a través de un amplificador de 30 watts. Otros, en cambio, los escuchan a través de uno de 3,000 watts. Pueden ser los mismos tropiezos, pero para unos son fallas y para otros son fracasos.

…Tú tenías una meta importante. Quizás debías cumplir un estimado de ventas o implementar un importante proyecto. Trabajaste arduamente por tu objetivo, pero no alcanzaste los resultados esperados. Te sientes deprimido, fracasado e incompetente. Te autocompadeces, te culpas y buscas las causas de tu derrota. Te consuelas pensando en que el entorno económico es desfavorable, pero rápidamente te invade la sensación de fracaso y te paraliza.

“Los límites son físicos; las limitaciones son mentales”      
  –Anónimo–

Este síntoma lo viven muchas personas hoy en día. Vivimos en un entorno económico difícil y las empresas cada vez ponen más énfasis en objetivos y metas medibles o cuantificables. Es humano sentir frustración cuando erramos, pero el problema está cuando la sensación de frustración se convierte en una de fracaso perpetua y paralizante. Para algunas personas, el cielo siempre está despejado. Cuando yerran, es como si una nube cubriera el Sol por un tiempo, pero los vientos de su carácter lo vuelven a despejar rápidamente. Para otros, cuando las cosas no resultan bien, el cielo trae un manto de nubes extenso del tropiezo que mantiene el Sol oculto por mucho tiempo. El Sol no se ha ido, sigue brillando intensamente y para todos; pero ¿cómo volver a verlo? Quizás entendiendo mejor la naturaleza de los nubarrones del fracaso.

Son más negativos aquellos que de niños percibieron a sus padres como exigentes, poco cariñosos y que sentían que su amor era condicional. Me refiero a aquellos cuyos padres solo los premiaban con su cariño cuando hacían todo perfecto y que los despreciaron o ignoraron cuando erraban. Cuando estas personas no logran lo que anhelan, la frustración de fallar es aumentada por una sensación de abandono y de falta de cariño. En la mente de estas personas errar significa, en el subconsciente, que no recibirán el cariño de sus padres y esto les genera mucho dolor. Cuando te sientas fracasado, trata de diferenciar las dos emociones: la generada por el temor subconsciente a que no te den cariño, y la generada por la frustración consciente de no alcanzar las metas.

Por otro lado, cuando tenemos una autoestima baja, errar es catastrófico. Una estima baja significa que creemos que no somos competentes o que no valemos como personas. Tratamos de ocultarlo esforzándonos por aparentar ser exitosos a toda costa. Errar significa enfrentar nuestra peor pesadilla, la posibilidad real de no ser competentes.

Errar es parte de la vida, solo los subnormales con poca autoestima ríen cuando ven que el compañero falla. Como cuestiona el consultor Gary Brand, si estuvieras en un hospital en cuidados intensivos y te estuvieran midiendo las pulsaciones del corazón: ¿Qué preferirías tener? ¿Una línea que marque altos y bajos o preferirías una línea horizontal? Obviamente, una línea de altos y bajos significan que estamos viviendo. De la misma forma, en la vida existen altos, pero también bajos; es parte del proceso. Lo importante es que le saquemos provecho a las bajas y no nos quedemos paralizados con la sensación del fracaso. Por eso siempre ten en cuenta que cuando alguien se te acerca y se ríe de ver algún desliz tuyo, no lo dudes, padece de poca autoestima, es un subnormal. Por lo tanto, no te desanimes, ya que él es el fracasado y no tú y necesita engañarse, hacerse creer que él no está tan mal y, realmente burlándose, esa persona siente una aparente satisfacción con el error tuyo.

Cuando erramos debemos preguntarnos: ¿Cuáles fueron nuestros tropiezos? ¿Qué debimos hacer diferente? No debemos perder el tiempo torturándonos con pensamientos negativos y buscando culpables. Lo que debemos hacer es analizar con objetividad la situación para aprender, ya que lo más importante es: “jamás buscar culpables ante ningún problema porque es estúpido, lo que debemos hacer siempre es analizar consecuencias”, es la única manera de poder enmendarnos y no darle cabida a nuestro ego para que nos engañe culpando a otros. Simplemente analizando consecuencias, es la mejor forma de aprender de nuestros errores.

“Que los pájaros de la preocupación y tensión vuelen alrededor de tu cabeza, eso no lo puedes cambiar; pero que ellos aniden en tus cabellos, eso sí lo puedes impedir”  
–Proverbio  Chino–

…Cuentan que un sacerdote soberbio, que era muy buen orador, dio un discurso impactante y vio con placer que un hombre lloraba. Se le acercó y le dijo: “Perdóneme que lo haya emocionado tanto, debo controlar mi oratoria”. Pero el hombre respondió: “¿De qué me habla? Lloro porque su barba me recuerda a mi chivo que recién murió”. 

Cuando solamente tenemos éxitos en nuestras vidas, debemos tener muchísimo cuidado. Podemos terminar con una ceguera por nuestro ego (soberbia) que nos haga creer superhombres, como el sacerdote de la historia. El que nunca se equivoca es el que no hace nada. Errar nos hace humanos, es parte de la vida, jamás lo olvides; nos recuerda que somos vulnerables. Es una buena medicina para tranquilizar nuestro ego, dándonos una buena dosis de humildad; salvo mejor parecer.

domingo, 20 de abril de 2014

EL PODER DE LAS PALABRAS (1° PARTE)

Por: Nicanor Alfredo Camacho Núñez

Este es un artículo de mi autoría, publicado en primicia y exclusividad en la "Revista Avancemos" (Chepén) en su edición Nº 57 del mes de abril de 2014. Es una publicación mensual dirigida por el Sr. Julio César Angulo Quesquén, en donde –además de ser "Escritor"–, soy el responsable de la "Corrección Gramatical" de gran parte de dicha revista.  
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Absolutamente todo en el mundo obedece a una programación: los planetas están programados para desplazarse dentro de una órbita preestablecida con una precisión asombrosa; el ciclo de crecimiento de las plantas; el período de hibernación de algunos animales, su etapa de apareamiento…; los seres humanos, de igual modo, estamos programados para sentir hambre e ingerir alimentos, sentir sueño e ir a dormir, despertar, miccionar, defecar, menstruar, etc. Es el movimiento de la vida; nadie puede cambiar esa programación que Alguien Superior nos la hizo.

Desde niños, nuestros padres también nos programaron a través de sus actos o palabras, lo cual determinó nuestra personalidad en la etapa adulta. Si al niño se le grita, humilla, no se le deja pensar, decidir, sentir ni actuar, de grande va a ser una persona inepta, introvertida, cobarde, carente de personalidad: ese trato de infante (programación que le dieron sus progenitores) lo condicionó de esa manera. ¿Y cómo? A través de las palabras que le decían en su infancia. Su subconciencia fue programada para que de grande sea así; pero ese individuo –ahora adulto– tiene el poder de autoreprogramarse de otra forma más adecuada: claro, que esto le significará un trabajo de por vida. Por lo tanto, es crucial el qué y el cómo se le habla al niño, especialmente antes de los 6 años de edad (período de formación de la personalidad).

El filósofo y político hindú Mahatma Gandhi dijo: “Una mentira, porque todo el mundo crea en ella no se convierte en verdad”.

Nuestra subconciencia no sabe de bromas, por lo tanto, no te digas estupideces ni en forma de chacota. Una idea es solo eso: una idea en nuestra conciencia; es decir, es fácilmente erradicable, pero, si por mal hábito nos decimos una serie de errores o mantenemos una idea absurda por mucho tiempo en nuestra conciencia, esa idea será trasladada a nuestra subconciencia sin que nos demos cuenta. Esta idea descabellada será muy difícil de sacarla de nuestra subconciencia y, por ende, estaremos condicionados permanentemente para actuar de ese modo negativo según la creencia aberrante que radique en dicha subconciencia. Primero es la idea, luego la actitud; jamás es al revés.

Por ese motivo será que un Filósofo manifestó: “Los límites son físicos, las limitaciones son mentales”. De ahí la gran necesidad de tener siempre en nuestra mente (conciencia o subconciencia) buenas ideas, racionales y ecuánimes, ya que la mejor forma de autohipnosis es decirnos constantemente cosas absurdas o la de mantener ideas irracionales por mucho tiempo.

Así que, desde ahora y para siempre ten mucho cuidado con lo que grabas en tu disco duro o subconciencia, ya que esta es una realidad oculta que permanece dentro de nosotros y de la cual no nos damos cuenta ni la controlamos. Entonces, desde hoy y en adelante –como lo dijo el filósofo griego Demócrito hace 2.400 años– “Ya no te digas (ni hagas) estupideces, aprende a avergonzarte más ante ti que ante los demás”. He ahí la importancia y el poder de las palabras, salvo mejor parecer.  

PORTADA DE LA EDICIÓN N° 57 DE LA "REVISTA AVANCEMOS" 

jueves, 17 de abril de 2014

PÍLDORAS GRAMATICALES

¿Cuál es la forma correcta transculturización” o “transculturación”
Ambas son igualmente adecuadas, aunque en el uso, transculturación es más frecuente en casi todo el ámbito hispanohablante.

domingo, 13 de abril de 2014

PENSAMIENTOS DEL MES

OPINIÓN:
“Pesa las opiniones, no las cuentes”.
-Lucio Anneo Séneca-

TIEMPO:
“El tiempo no es oro; el oro no vale nada, el tiempo es vida”.
-José Luis Sampedro-

ERRAR:
“Cuando un hombre piensa a lo grande se equivoca a lo grande”.
-Martín Heidegger-

GUERRA:
“La guerra es siempre una derrota de la humanidad”.
-Juan Pablo II-

LIBERTAD:
“La libertad, para realizarse, debe bajar a la tierra y encarnar entre los hombres. No le hace falta alas sino raíces”.
-Octavio Paz- 

domingo, 6 de abril de 2014

¿SABÍAS QUE...?

La VIOLENCIA fue asociada desde tiempos muy remotos a la idea de la fuerza física. Los romanos la llamaban vis, vires, ese vigor que permite que la voluntad de uno se imponga sobre la de otro. Vis tempestatis se llama en latín el 'vigor de una tempestad'. En el Código de Justiniano se habla de una «fuerza mayor, que no se puede resistir» (vis magna cui resisti non potest).
 
Vis dio lugar al adjetivo violentus, que, aplicado a cosas, se puede traducir como «violento, impetuoso, furioso, incontenible», y cuando se refiere a personas, como 'fuerte, violento, irascible'. De violentus se derivaron violare –con el sentido de 'agredir con violencia, maltratar, arruinar, dañar'– y violentia, que significó 'impetuosidad, ardor (del sol), rigor (del invierno), ferocidad, rudeza y saña'. 
 
Cabe agregar que vis, el vocablo latino que dio lugar a esta familia de palabras, proviene de la raíz prehistórica indoeuropea wei- 'fuerza vital'.