domingo, 26 de diciembre de 2010

LA PALABRA DEL MES: "NAVIDAD"

Cuando compramos los regalos de Navidad, decoramos el árbol o nos reunimos con la familia alrededor de la cena navideña, raramente nos detenemos a pensar cómo se fueron formando esas tradiciones milenarias, algunas de ellas mucho más antiguas que el propio cristianismo.
La conmemoración del nacimiento de Jesús, la fiesta más universal de Occidente, se celebró por primera vez el 25 de diciembre de 336 en Roma, pero hasta el siglo V, la Iglesia de Oriente siguió conmemorando el nacimiento y el bautismo del niño Dios de los cristianos el 6 de enero. El nombre de la fiesta Navidad, proviene del latín nativitas, nativitatis 'nacimiento', 'generación'.
En siglos posteriores, las diócesis orientales fueron adoptando el 25 de diciembre y fueron dejando el 6 de enero para recordar el bautismo de Cristo, con excepción de la Iglesia Armenia, que hasta hoy conmemora la Navidad en esa fecha de enero.

No se conoce con certeza la razón por la cual se eligió el 25 de diciembre para celebrar la fiesta navideña, pero los estudiosos consideran probable que los cristianos de aquella época se hubieran propuesto reemplazar con la Navidad la fiesta pagana conocida como natalis solis invicti (festival del nacimiento del sol invicto), que correspondía al solsticio de invierno en el hemisferio norte, a partir del cual empieza a aumentar la duración de los días y el sol sube cada día más alto por encima del horizonte.
Una vez que la Iglesia Oriental instituyó el 25 de diciembre para la Navidad, el bautismo de Jesús empezó a festejarse en Oriente el 6 de enero, pero en Roma esa fecha fue escogida para celebrar la llegada a Belén de los Reyes Magos, con sus regalos de oro, incienso y mirra.
A lo largo de los siglos, las costumbres tradicionales vinculadas a la Navidad se desarrollaron a partir de múltiples fuentes. En esas tradiciones, tuvo considerable influencia el hecho de que la celebración coincidiera con las fechas de antiquísimos ritos paganos de origen agrícola que tenían lugar al comienzo del invierno.

Así, la Navidad acogió elementos de la tradición latina de la Saturnalia, una fiesta de regocijo e intercambio de regalos, que los romanos celebraban el 17 de diciembre en homenaje a Saturno.
Y no hay que olvidar que el 25 de diciembre era también la fiesta del dios persa de la luz, Mitra, respetado por Diocleciano y que había inspirado a griegos y romanos a adorar a Febo y a Apolo.
En el Año Nuevo, los romanos decoraban sus casas con luces y hojas de vegetales y daban regalos a los niños y a los pobres en un clima que hoy llamaríamos navideño y, a pesar de que el año romano comenzaba en marzo, estas costumbres también fueron incorporadas a la festividad cristiana.
Por otra parte, con la llegada de los invasores teutónicos a Galia, a Inglaterra y a Europa Central muchos ritos germánicos se mezclaron con las costumbres celtas y fueron adoptados en parte por los cristianos, con lo que la Navidad se tornó desde muy temprano en una fiesta de comida y bebida abundante, con fuegos, luces y árboles decorados.
La Navidad que celebramos hoy es, pues, el producto de un milenario crisol en el que antiguas tradiciones griegas y romanas se conjugaron con rituales célticos, germánicos y con liturgias ignotas de misteriosas religiones orientales.

domingo, 12 de diciembre de 2010

LA PRIMERA IMPRESIÓN VALE, ¡PERO NO LO ES TODO!

Por: Nicanor Alfredo Camacho Núñez

¿Recuerdan ustedes lo importante que fueron las primeras impresiones que tuvieron al conocer a las personas que han tenido o tienen una gran influencia valiosa en sus vidas? Después de rememorarlas, ¿dirían ustedes que un posterior y mayor conocimiento basado en el trato personal y constante con esas personas confirmó o, por el contrario, desestimó la exactitud de esa primera impresión?

Posiblemente no estén tan sorprendidos al tomar conciencia que, en la mayoría de los casos analizados en nuestra vida cotidiana, no existe duda de que esa primera impresión fue determinante en la relación para bien o para mal. Es natural y legítimo que las personas, consciente o inconscientemente, aceptemos en mayor o menor magnitud la influencia de esa primera impresión en nuestra percepción futura de las personas y en nuestra forma de relacionarnos con ellas.

Especialistas en diversas disciplinas del conocimiento afirman que la enorme importancia del llamado efecto primacía (la primera impresión es la que cuenta) tiene su origen en una combinación de dos factores primordiales y muy ancestrales: 1º, los paradigmas mentales, que actúan como filtros de información que hacen que veamos lo que queramos ver y escuchemos lo que queramos escuchar; y 2º, la escalera de la inferencia, que instantáneamente nos permite hacer conclusiones muy prematuramente, es decir, en la opción lo fácil o lo correcto, la mayoría optamos por lo fácil. Estos paradigmas mentales (lentes que nos ponemos) son los que determinan nuestra actitud para ver o conducirnos en la vida.

En el ámbito empresarial, las consecuencias del efecto primacía (la primera impresión es la que cuenta) pueden ser buenas o malas, para ello y como Entrenador de Acondicionamiento Físico de Gimnasio Malka de Chepén, citaré como ejemplo un problema muy común hoy en día: el de reducir los niveles de grasa y que la inmensa mayoría de Entrenadores peruanos (seudo profesores) tanto de aeróbicos como anaeróbicos confunden con bajar de peso debido a sus ínfimos o nulos conocimientos de Biología, Anatomía, Fisiología, Endocrinología, Cronobiología y Nutrición Deportiva; la mayoría de personas nos dejamos llevar por lo rápido o fácil y exponemos peligrosamente la salud al dejarnos persuadir por inescrupulosos promotores-vendedores usureros con pequeñísimos conocimientos en la materia.

Personalmente, hasta ahora, jamás he visto a estas personas conversar abiertamente sobre el tema con alguien que conozca la materia en cuestión, tienen pánico; lo que sí admito es que estos productos CATABOLIZAN e inexorablemente conlleva a una disminución rápida de peso por pérdida de tejido muscular debido a la gluconeogénesis, acción netamente catabólica propiciada por la hormona cortisol segregada por las glándulas suprarenales con el consiguiente debilitamiento y decaimiento físico/mental, lo cual, obviamente, la ciencia médica NO LO RECOMIENDA POR EL PELIGRO DE SALUD. Para lograr la saludable y anhelada reducción (no eliminación) de los niveles de grasa (lipólisis), la ciencia tiene desde hace muchísimos años la solución, el problema de la mayoría de nosotros es que no nos gusta que nos cueste, que sea rápido y fácil. Paradójicamente, la ciencia también tiene para los desesperados -estúpidos, diría yo- la “supuesta solución”: diversos productos que CATABOLICEN.

Basados en la desesperación  de los gorditos(as) y en que la mayoría de la gente opta por lo fácil, cada vez son más las personas inescrupulosas que venden o promueven y que se han “especializado” en aprovechar al máximo la ventaja del efecto primacía para beneficio suyo a costa de la salud de sus clientes desesperados.

Desde los honestos presentadores profesionales que despiertan el interés de la gente, utilizando acertadamente sus primeros minutos como también el uso que hace el marketing a través de avisos, envases, etc. hasta los más precarios y usureros mercachifles que pululan por doquier, debemos tener mucho cuidado de no dejarnos llevar de esa primera impresión; asimismo de los improvisados o supuestamente experimentados Entrenadores de Aeróbicos o Anaeróbicos iletrados o incultos (son mayoría en el Perú) que solamente levantan los pesas como animales o brincan en los steps como pájaros sin saber qué fenómenos fisiológicos se están suscitando dentro de su organismo porque desconocen de Biología, Anatomía, Fisiología, Endocrinología, Cronobiología y Nutrición Deportiva, requisitos mínimos indispensables para preciarse de ser Entrenador del Acondicionamiento Físico.

Por tanto, y en forma muy general, expreso que lo más importante es lograr que cuando nos relacionemos con las personas o consumamos un producto o servicio, la primera impresión no sea ni el único ni el principal factor que influya nuestras decisiones, máxime si se trata de nuestra salud. Para ello tenemos que analizar las evidencias precedentes como también observar detenidamente el meollo del asunto, producto y/o servicio sin fijarnos en la apariencia o maquillaje.

Por ello, sería importante tomar en cuenta algunas recomendaciones sencillas para lograr un mayor control sobre el efecto primacía:

·         Cuando describa los hechos, no emita juicios de valor simultáneamente.
·         No le escuche a alguien cuando hable de sí mismo, se trata de un subnormal.
·         No use adjetivos calificativos hasta no tener evidencia significativa que los respalde.
·         Nunca se fije en el maquillaje o la apariencia del vendedor, producto y/o servicio, sino analícelos desde lo más profundo al vendedor, producto y/o servicio.
·         En caso de duda, revise nuevamente y con mayor cuidado las evidencias, así como también evalúe el nivel cognoscitivo y, sobre todo, la honestidad del que ofrece el producto y/o servicio; si nota que es usurero y sin escrúpulos, descártelo inmediatamente.

Adapte, por tanto, el efecto primacía a una versión propia cuya definición sería: “La primera impresión no es lo único que cuenta”; salvo mejor parecer.

Hasta la próxima, amigos.