domingo, 17 de abril de 2016

¿SABÍAS QUE...?

El teléfono celular o móvil puede constituir uno de los sistemas más modernos de telecomunicaciones, pero la palabra que usamos para denominarlo (CELULAR) hunde sus raíces en la prehistoria. En efecto, los pueblos indoeuropeos empleaban la raíz “kel-“ para expresar las ideas de «ocultar», de «encerrar» y de «proteger».

A partir de esa raíz, se formó en latín “cella” para indicar «habitación pequeña». Esta voz latina dio lugar en castellano a “celda”, vocablo que inicialmente designaba a los claustros de los monjes medievales y las pequeñas habitaciones que les correspondían en los monasterios. 

El diminutivo latino de “cella” era “cellula”, que los romanos usaban para nombrar las pequeñas divisiones hexagonales de un panal de abejas; llegó al idioma español como “célula”, aunque fue una palabra poco usada hasta el siglo XVIII, cuando los nuevos descubrimientos de la Biología llevaron al conocimiento de la célula como unidad anatómica y fisiológica de los organismos vivos. 

Y cuando la Química necesitó un nombre para un nuevo material formado por microscópicas celdas vacías, utilizó la palabra “celulosa”; es decir, «con aspecto de célula». De un derivado de este material, la “nitrocelulosa”, pudo obtenerse lo que se llamó “celuloide”, que sirvió de soporte para las películas cinematográficas hasta los años setenta del siglo XX. 

A lo largo del siglo pasado, la electrónica fue desarrollando diversas invenciones que permitieron generar electricidad mediante pequeños dispositivos montados en envoltorios, para los cuales se adoptó el nombre de “célula fotoeléctrica” o “célula solar”. 

Y llegamos al teléfono móvil, que funciona mediante una tecnología que establece la división del territorio en pequeñas áreas geográficas, cada una de las cuales se llama “célula”; el conjunto cubre toda el área de funcionamiento del sistema. Por esa razón, los teléfonos móviles son denominados también “celulares”. 

Alguien puede preguntarse ¿por qué ciertos vehículos de la policía destinados al transporte de presos son llamados “coches celulares” o “furgones celulares”? En este caso, la palabra no tiene nada que ver con teléfonos móviles, sino que se refiere a la antigua denotación de “celda”, como la de los monjes, aunque en este caso se trate de los presos; es decir: «describe un vehículo con celdas o que funciona como una celda de prisión rodante».

lunes, 11 de abril de 2016

PÍLDORAS GRAMATICALES

¿Por qué no decimos cincocientos, sietecientos, nuevecientos, etc.?
Tiene que ver con la evolución del latín al español. En este proceso, algunas voces latinas conservaron casi intacta su grafía original, pero la mayoría cambió gráficamente como reflejo de los cambios fonológicos que se iban produciendo.

En idioma latín, desde sus inicios o antaño hasta ahora, se escribía quinque (cinco), quindecim (quince), quingenti (quinientos); setecientos se formó tomando la raíz de la voz original septem (siete) y cientos; similarmente, novecientos tomó la raíz de la latina novem (nueve) y cientos. 

Para saber con exactitud el momento histórico del cambio, es necesario consultar obras relativas a la Evolución de la Lengua Española, como por ejemplo, “Historia de la lengua española” de Rafael Lapesa, Editorial Gredos, Madrid, 2008 (lo recomiendo personalmente); como también “Del latín al español” y “Fonología y morfología históricas de la lengua española” de Paul M. Lloyd, Editorial Gredos, Madrid, 1993.

domingo, 3 de abril de 2016

¿SABÍAS QUE...?

¿SABES DE DÓNDE VIENE LA PALABRA ALBERGUE?
Los guerreros germánicos se establecían con sus tropas en campamentos que llamaban haribaírgo”, palabra formada por “harjis” ‘ejército’ y “baírgan” ‘conservar’, ‘guardar’; o sea, ‘lugar donde se alberga el ejército’. 

El vocablo germánico se convirtió en alemán antiguo en heriberga”, que evolucionó hacia el actual Herberge. En las lenguas romances, “haribaírgo” derivó hacia el italiano ‘albergo’, el francés ‘auberge’ y el español ‘albergue’.