lunes, 17 de junio de 2013

¿LENGUAJE EXCLUYENTE?

Por: Nicanor Alfredo Camacho Núñez


Este es un artículo de mi autoría, publicado en primicia y exclusividad en la “Revista Avancemos” (Chepén) en su edición N° 51 del mes de junio de 2013. Es una revista mensual dirigida por el Sr. Julio César Angulo Quesquén, en donde –además de ser “Escritor”–, soy el responsable de la “Corrección Gramatical” de gran parte de dicha revista.


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«Los padres de familia deben consultar a los profesores por el rendimiento de sus hijos». Esta expresión, aceptada por la Real Academia de la Lengua Española (RAE), comparémosla ahora con la siguiente: «Los padres de familia y las madres de familia deben consultar a los profesores y las profesoras por el rendimiento de sus hijos y de sus hijas». ¿Por qué usar una oración doblemente extensa para decir lo mismo? Me parece irracional, ¿no  lo creen?


«Los pleonasmos y las repeticiones o redundancias generan problemas sintácticos y complican la redacción» y, sobre todo, su entendimiento. Si es en la oralidad o lengua hablada, «generan una circunlocución y charlatanería absurda y aburrida que desdicen enormemente de quien las emite». De igual modo, los explicativos, predicativos, circunstanciales y circunstantes externos –en demasía– enredan a quien habla y aburren o confunden al oyente, muy común en varios noticieros de Chepén, Guadalupe y Pacasmayo. Al final, tanto el que habla como el que escucha se distrajeron sobre cuál fue la idea principal a comunicar.


Todo ello, no solo indica una enorme pobreza intelectual, sino que, no tiene sentido por la propia estructura de la lengua, y porque esas fórmulas son contrarias a uno de los principios básicos de todo idioma en el mundo: “la economía” (claridad, concisión y sencillez). Si es posible dar un mensaje con menos palabras, ¿por qué usar más?


Me voy a detener únicamente en lo que respecta al género (femenino – masculino). En varios sitios leo y escucho que se habla bastante sobre el uso del lenguaje inclusivo, específicamente sobre su utilidad y justificación. Con ese uso se evita (supuestamente) la discriminación de la que son objeto las mujeres en algunas ocasiones. Según esto, en una oración como: “Se invitó a todos los profesores” a simple vista se emplea un lenguaje exclusivo y se deja (aparentemente) por fuera a las profesoras. Con respecto a este tema, explico a continuación algunas consideraciones, reduciendo a lo esencial la terminología gramatical.


La lengua española dispone de dos géneros principales: femenino y masculino. Es común que las niñas usen faldas y que los niños usen pantalones, pero el segundo fragmento puede englobar también al primero, como en la oración: “Los niños pequeños son muy indefensos”. En este último caso se hace referencia a niños de ambos sexos, ¿de acuerdo?


Quienes defienden el uso inclusivo arguyen que el género masculino es excluyente. Sin embargo, si esto se analiza detenidamente, se comprueba lo contrario. La oración: “Los niños pequeños son muy indefensos” se refiere a mujeres y varones; en cambio, “Las niñas pequeñas son muy indefensas” solamente se refiere a mujeres y, por tanto, quedan excluidos los varones. Como se puede ver, el masculino es el género inclusivo, y el femenino, el excluyente (de acuerdo con lo anterior, en gramática se habla de género marcado –femenino– y género no marcado –masculino–).


Si aplicáramos las directrices de las federaciones, sindicatos, universidades, etc. «no se podría hablar», pues, para hacerlo hay que aplicar el uso genérico o no marcado del masculino para los dos sexos, ya que eso, según la Real Academia de la Lengua Española, «está firmemente asentado en el sistema gramatical español», como también en otros muchos idiomas en el mundo entero.


La Dra. en Lingüística Silvia Agosto, profesora asociada del Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura Española de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid (España), dijo en un informe: «Está muy bien que sea necesario adaptar los usos idiomáticos a una nueva realidad social. Si antiguamente no existían abogadas, arquitectas ni doctoras, es lógico que se adapten los géneros de estos sustantivos, pero otra cosa muy diferente y estúpida es que se tenga que redundar descabelladamente para expresar una misma idea». Como ejemplo, en dicho informe manifestó: «En esa ciudad viven miles de hombres» (correcto), en vez de «En esa ciudad viven miles de hombres y miles de mujeres» (incorrecto), pues si tanto molesta a mucha gente, podrían decir: «En esa ciudad viven miles de personas». Entonces, ¿dónde está el problema?, sentenció.

«Hay un acuerdo general entre los Lingüistas, Filólogos, Paleólogos y Gramáticos de la lengua española de distintos países en que el uso no marcado (o uso genérico) del masculino, para designar los dos sexos, está firmemente asentado en el sistema gramatical del idioma español». Y, personalmente, pongo como ejemplo textos de muchas escritoras de talla internacional como Liliana Galván, Soledad Puértolas, Maruja Torres, Rosa Montero, Almudena Grandes, Gloria Villegas Moreno, Carmen Posadas, Ángeles Mastretta, entre otras, en los que todas ellas en ninguna de sus obras «siguen las directrices contra el supuesto sexismo verbal».

En conclusión, aprendamos siempre de los grandes para seguir creciendo en el domino de nuestra maravillosa lengua española y ser cada vez más breves y concisos en nuestros mensajes orales o escritos. Por ello, contribuyamos a difundir abiertamente este artículo para estar mejor informados y, por ende, repito, hacer un mejor uso de nuestro hermoso idioma español; salvo mejor parecer.
Portada de la edición Nº 51 de la "Revista Avancemos"


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