Por: Nicanor Alfredo Camacho Núñez
Artículo
de mi autoría publicado en primicia y exclusivamente en la “Revista Imágenes” (Chepén) en su
edición N° 22 del mes de mayo-junio de 2013. Revista mensual y regional porque
circula en algunas provincias de los departamentos de La Libertad, Lambayeque y
Cajamarca, la misma que es dirigida por el Sr. Hernán Suárez Vásquez y en donde
–además de ser “Escritor”–, soy el responsable de la “Corrección
Gramatical” de gran parte de dicha revista.
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Todos anhelamos ser felices
y llevar una vida plena y en perfecto equilibrio. Sin embargo, para muchos, esta
armonía es imposible. Diría que no pudiéramos sincronizar nuestra vida familiar
con nuestros retos profesionales, o nuestras ambiciones financieras con
nuestras metas espirituales. A veces pensaríamos que no se puede balancear
nuestra alimentación, ni nuestras relaciones, ni nuestra cuenta bancaria. Así
que, hemos terminado por creer que este equilibrio es imposible de lograr. Nos
escudamos tras el absurdo paradigma:
«nada es completo en la vida», que todo
triunfo vendrá acompañado de un gran sacrificio en otro, ya que es irracional
tener todo lo que se quiere.
Mis objeciones a esta
propuesta ilógica son: «Toda persona puede ser tan feliz
como se proponga serlo»,
y «todos tenemos más control
sobre nuestras vidas del que creemos tener». El caso es que hay que merecerlo, es decir, uno mismo es el que
tiene que trabajar en pos de nuestras metas, ya que otro no lo va a hacer por
uno.
Todos podemos diseñar una
vida de armonía entre las diferentes facetas de nuestro ser y convertirnos en personas
íntegras. ¿Cómo? La respuesta es sencilla:
El PRIMER PASO es «aceptar un 100% de la responsabilidad
de nuestro éxito»; es decir, ser libres, y
esto implica asumirse (especialmente de nuestros errores). Es fácil racionalizar
nuestra mediocridad y culpar a terceros por nuestros fracasos si de antemano
hemos aceptado erróneamente que la responsabilidad de nuestro éxito y felicidad
no es enteramente nuestra. Bien decía el poeta Amado Nervo: «Porque veo
al final de mi rudo camino, que yo fui el arquitecto de mi propio destino».
El SEGUNDO PASO consiste en «asegurarnos de que en nuestro proceso de fijar metas a corto y
largo plazo, tengamos presente no descuidar ninguna de las múltiples facetas de
nuestra existencia».
El éxito profesional, por ejemplo, es de poquísimo valor si lo obtenemos a
costa de nuestra salud, o si crea un distanciamiento entre nosotros y nuestros
seres queridos. Cuando nos dispongamos fijar objetivos y desarrollar nuestro
plan de acción, debemos sentar metas profesionales y familiares, metas para
nuestro crecimiento intelectual y espiritual, metas que respondan a nuestras
necesidades de esparcimiento y diversión, metas que nos ayuden a mantener buena
salud y un buen estado físico, y también metas financieras.
Imagínate por un momento
que tu mente es como una gran empresa, una planta generadora de ideas, sueños y
propósitos. Una de tus responsabilidades más importantes en esta empresa es hacer
un balance y un inventario de todos tus intangibles para elaborar tu propio plan
de vida, y para ello cuentas con la ayuda de tu «junta directiva».
Esta «junta directiva» está compuesta por tu “ser profesional”,
tu “ser intelectual”, tu “ser familiar”, tu “ser salud junto a tu estado físico”,
tu “ser recreativo”, tu “ser financiero” y, sobre todo, tu “ser espiritual”.
Tu trabajo consiste en
escuchar a cada uno de los «siete
miembros de tu junta directiva»,
descubrir cuáles son sus metas más ambiciosas y escuchar atentamente sus
quejas, de manera que al desarrollar tu plan de éxito personal, cada una de las
siete facetas de tu ser se vean representadas. Si no escuchas las necesidades de
cada una de ellas, es muy posible que tu plan de vida no responda bien a los
múltiples intereses de tu ser. Esto traerá como resultado una existencia fuera
de balance, rivalizando siempre con tus semejantes, caótica y marcada por los
continuos conflictos internos entre los diferentes aspectos de tu vida, algo
que particularmente lo veo a diario en muchos profesionales de hoy.
Si desarrollas un plan de
éxito considerando las múltiples necesidades de tu ser, es decir, «escuchando a cada uno de los siete
miembros de tu junta directiva»,
habrá armonía en toda tu vida, habrá paz, habrá felicidad, habrá éxito, y verás
cómo es posible alcanzar que estas siete individualidades cooperen y trabajen
juntas proyectándote las herramientas, la energía y la visión que te permitan
vivir una existencia plena.
Portada de la edición Nº 22 de la "Revista Imágenes"
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