Los autores clásicos romanos usaban el término minister,
ministri para denotar 'sirviente, trabajador doméstico, esclavo',
mientras que ministerium era para ellos el 'oficio de siervo'.
Justiniano escribió carens omni servorum ministerio para
significar 'no teniendo un solo esclavo para servir'.
El vocablo latino llegó al idioma español bajo las
formas menester y mester.
En el Poema de Mio Cidya aparecía la locución es menester (que),
para significar 'es necesario que'. Uno de los oficios que minister denotaba
en la Edad Media era el eclesiástico; Corominas observaba que se confundía
con mysterium, lo que puede haber reforzado el rasgo semántico de
servicio religioso.
Los poemas de Gonzalo de Berceo, dados a conocer
entre 1230 y 1250, se han incluido en el género «mester de clerecía» 'oficio de
clérigos'.
De esta forma, se fueron formando dos significados
diferentes. En el siglo XIII, ministro se refería
principalmente a los sacerdotes y a los funcionarios del Estado, dando lugar
también al vocablo administración. Por otro lado, los menesterosos eran
los que nada poseían, lo que habían menester de todo.
A todo esto, la palabra ministro se
fue aplicando no solo a los religiosos sino a los funcionarios más importantes;
ministros de Hacienda y de Justicia los había ya en España desde el siglo XVI.
Modernamente, con el advenimiento de los regímenes parlamentarios, en la mayor
parte de Europa el Poder Ejecutivo pasó a manos de gabinetes de ministros,
responsables ante el Parlamento y encabezados por un Primer Ministro, que en
España se dio en llamar Presidente del Gobierno.
En las sociedades contemporáneas, se trata de
funcionarios de la más alta jerarquía, de quienes se espera la formación más
esmerada, una irreprochable transparencia y la más absoluta honestidad. ¿Se dará esta
realidad en el Perú?
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