La palabra FISCO proviene desde hace muchos siglos cuando los publicanos, cobradores de impuestos de la antigua Roma, acostumbraban a recoger el dinero cobrado en unas cestas de mimbre o de juncos, que en idioma latín se conocían como fiscus, según se verifica en los textos de Cicerón. Con el tiempo, el propio Tesoro Público tomó el nombre de la cesta, y Séneca, que vivió un siglo después de Cicerón, llamaba fiscus al Tesoro del Imperio.
El vocablo fisco ingresó al idioma español con ese sentido y así figura en el “Diccionario latino español” de 1492, de Elio Antonio de Nebrija (1444 – 1522). De ella se derivaron más tarde fiscal, fiscalía y confiscar, esta última formada con el prefijo con-, que significa «incorporar al fisco».
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