Imaginemos que un día hallamos un animal
cuya descripción no está en ningún libro de zoología y que luego, consultando a
un especialista, nos enteramos de que no está descrita en ninguna parte.
¿Diremos entonces «ese animal no existe»? Ahora supongamos que salimos de
excursión por paisajes desconocidos con un mapa que nos sirve de guía. De
pronto nos encontramos con un río que no está en el mapa. ¿Diremos que ese río
no existe?
Creo que todo el mundo estará de acuerdo en
que hay algo que falta en el libro de zoología y que también hay algo que falta
en el mapa turístico. Sin embargo, con las palabras no ocurre así; cuando
alguien emplea una palabra que no está en el diccionario, la gente piensa que
lo que está mal es la palabra y no el diccionario. ¿Por qué ocurre eso?
Porque muy tempranamente -en la escuela-
nos infundieron hasta hacernos calar muy hondo la idea de que todas las
palabras del idioma están en el diccionario. ¡Qué absurdo!
Esa noción es muy falsa. Es imposible que
todas las palabras estén en el diccionario; en primer lugar, porque ningún
lexicógrafo (diccionario) se propone tal cosa. Un diccionario es una selección
de las palabras del idioma, tamizada o depurada por la ideología del autor y
las costumbres de la sociedad en que vive. Por otra parte, nuevas palabras
surgen constantemente (neologismos) y a veces mueren en poco tiempo
(arcaísmos), de modo que no podrían tener cabida en los diccionarios.
A esta altura el lector podrá preguntarse
qué hace falta para que un vocablo «exista». Si admitimos que una lengua es un
conjunto de significantes organizados sintácticamente para que dos o más
personas puedan comunicarse, debemos concluir que una palabra existe cuando
dos individuos se entienden con ella, es decir, cuando hay uno que la pronuncia
y otro que la entiende; simplemente eso. Así como los accidentes geográficos no
dependen de los mapas para existir, las palabras no dependen de los
diccionarios, que son recopilaciones necesariamente incompletas.
Sin embargo, muchas palabras están un poco
escondidas en el diccionario. Veamos el caso del adverbio incuestionablemente,
por ejemplo; si la buscamos en el diccionario no la encontraremos allí, y tal
vez alguien deje de usarla por esa razón. Sin embargo, el diccionario incluye
el adjetivo calificativo incuestionable bajo la letra
"i" y el sufijo -mente bajo la letra "m",
de modo que los puristas dirán que se trata de una palabra "bien
formada".
Entonces, ¿podemos afirmar que «existe»
cualquier palabra que se pueda formar con los prefijos y sufijos que están en
el diccionario? Contestar esta pregunta afirmativamente supondría aceptar que
hay palabras que nacen en los diccionarios, de modo que la respuesta es no. Como
se dijo antes, la regla de oro que determina la existencia de una palabra es
que haya un hablante que la use y un interlocutor que la entienda, simplemente
eso. Interpabilosamente sería una palabra compuesta (adverbio),
formada por el prefijo inter-, el adjetivo calificativo pabilosa y
el sufijo -mente, pero parece poco probable que alguien la haya
usado alguna vez, ¿verdad?
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