Por hoy día 04 de mayo, pero del año 1986,
participo en una competencia a nivel departamental en la ciudad de Trujillo: el “Mr. La Libertad 1986”. Me ubiqué
en el tercer puesto en la categoría Junior (20 a 25 años). Dicha competencia la
realizó la “Liga de Físicoculturismo de Trujillo”.
En
este torneo deportivo, yo contaba con apenas 22 años y siete de entrenamiento
intenso y metódico en el gimnasio “Malka” de Chepén. He podido observar a la
gran mayoría, desde hace muchos años, que esta
clase de entrenamientos no lo hacen (salvo excepciones). Muchísimos realizan un
simulacro de entrenamiento o se ejercitan con pesos más allá de su capacidad,
ejecutando los ejercicios en mala forma que no estimulan adecuadamente el desarrollo
de sus músculos, además de la mala alimentación y poco descanso. Por eso será
que casi todos ellos piensan en los anabólicos esteroides. Lo más curioso de
todo, y sin reírme de nadie, es que no admiten ninguna clase de opiniones ni
mucho menos consejos. En ese sentido, soy respetuoso, solo comparto mi modesto
conocimiento y experiencia con muy escasos deportistas que tienen la sencillez
de aprender; pues la información y el conocimiento no son para todos.
En ese aspecto, nunca fui soberbio ni terco
(tenaz, sí). Por ese motivo, siempre escuchaba los principios básicos de mi
entrenador, el profesor Aldino Enrique Malca Coba, así como también, cada vez
que iba a competir a diferentes ciudades del Perú, le preguntaba al profesor
Malca por quiénes eran los entrenadores más entendidos y experimentados para
acercarme a conversar y aprender de ellos. Eso siempre lo hacía cada vez que
salía para evitar perder tiempo o escuchar estupideces de la mayoría de
deportistas.
No
se trata de subestimar a nadie ni mucho menos burlarse, pero cuando se desea
aprender, uno mismo tiene que ser muy selectivo para ver a quién se le va a
preguntar o consultar. Pues, de lo contrario, nunca hubiera conseguido ni un
solo título deportivo. No obstante a todo esto, siempre he visto a muchos
“seudo deportistas”, que sin ninguna clase de autoridad moral ni cognoscitiva,
alardean de saber bastante; nunca fueron, ni siquiera, “Mr. Chacra”. Para
enseñar algo, la persona tiene que haberlo hecho antes durante años (autoridad
moral) y tener el conocimiento y experiencia del caso (autoridad cognoscitiva),
esto último se logra con estudios (autodidacta y académico) en universidades de
prestigio. Y lo más importante de todo es tener la ÉTICA PROFESIONAL PARA PODER
TRABAJAR CON LA SUFICIENTE INTEGRIDAD Y HONESTIDAD, Y, POR TANTO, BRINDAR A
TODOS LOS CLIENTES LA DEBIDA CONFIABILIDAD.
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