Muchas hipótesis se han tejido sobre el origen de
esta palabra española “ADREDE” que ya estaba en la lengua en
los tiempos del diccionario de Sebastián de Covarrubias (1611), quien explicaba
su significado como equivalente a 'a sabiendas', según él proveniente del
italiano “et
dritto” en
el sentido de 'directamente'. Covarrubias también considera la posibilidad de
una etimología árabe, a partir del verbo “dari” 'saber',
de donde “a-drede” significaría 'a sabiendas'. La Real
Academia de la Lengua Española duda entre adherirse a la hipótesis del
catalán “adret” y la del latín “ad directum”, casi
equivalente a la de Covarrubias.
Sin embargo, Corominas (1980), la mayor autoridad
en etimología española del siglo XX, desecha, con un complejo razonamiento
filológico, todas esas hipótesis y afirma que no ve otra explicación que un
origen gótico, que él identifica en “rhets” 'consejo', que forma
parte de una vasta familia de palabras en la biblia gótica "varios de los
cuales dejaron copiosa prole romance ('correar', 'arrear', etc.)". Al
latín medieval, esta palabra gótica legó “redum”, que en francés
dio “roi” 'rei'.
En
alemán antiguo, “at red” significaba 'en consejo' o 'en consulta', lo que habría dado en
latín medieval “atrede” y luego, en romance castellano, «adrede». Y en efecto, en el norte de España, donde la
colonización germánica fue más densa, como en Asturias, se dice “arredre” 'intencionalmente,
a propósito'.
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