Entre los antiguos romanos, la palabra “ambitio”, derivada del
verbo “ambire” 'rodear', 'pretender', se usaba para denominar
la actitud de los políticos que circulaban por la ciudad y rodeaban a sus
partidarios para no perder su apoyo, buscando con todo empeño escalar nuevos
peldaños en la carrera de los honores.
Por esa razón, acabó adquiriendo la denotación de
'lisonja', 'adulación', pero también 'ostentación, 'posición elevada' y 'ansia
de poder y riquezas'.
Las
palabras ambición y ambicioso llegaron al idioma español en el
siglo XV, derivadas de “ambitio” y “ambitiosus”,
respectivamente.
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