En el español de hoy, ACÓLITO es
el monaguillo o ayudante del sacerdote que celebra algún servicio religioso. La
palabra nos llegó del latín medieval “acolytus”, derivada del griego “akholouthos” ‘seguidor’
o, más propiamente, ‘el que sigue el mismo camino conmigo’. El vocablo griego
se formó mediante el prefijo “a-“ ‘juntos’ y “keleuthos” ‘senda’,
‘camino’. En Grecia, los “akholouthos” constituían una
clase privilegiada de esclavos que se desempeñaban como acompañantes de sus
amos, dondequiera que estos fuesen. En la “Vida de Sanct Isidoro”,
obra literaria escrita en el siglo XV por el Arcipreste de Talavera, Alfonso
Martínez de Toledo, se explicaban así las funciones del acólito (ortografía de
la época, no son errores):
<E al Acólito pertenesçe aparejar los çirios en el sagrario e
levarlos delante del preste e aparejar las hostias e el vino que es menester
para serviçio del altar>.
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