La cerámica árabe de España, también llamada hispanomorisca,
alcanzó en la Baja Edad Media su punto más alto en Málaga (Andalucía) y en
Manises (Valencia), pero tuvo también centros importantes en varios lugares de
Castilla y Aragón.
Los mercaderes italianos, en particular los venecianos, adquirían
las piezas hispanomoriscas de Manises —las más finas de la Península— en
Mallorca, que era lo que hoy llamaríamos un polo exportador del sureste de
España. Para los italianos, poco interesados en el origen de las piezas, esas
cerámicas eran de Mallorca y las llamaron maiolica, palabra que reingresó a España como "mayólica".
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