Del latín fornicare 'mantener
relaciones sexuales con prostitutas'. Proviene de fornix 'construcción
con forma de bóveda'. Los lupanares, lugar donde las prostitutas recibían a sus
clientes en Roma, se construían en subterráneos y tenían forma abovedada.
El primero que registró esta palabra en nuestra
lengua fue Alfonso de Palencia en su Vocabulario, de 1490. En
castellano, fornicar se utilizó siempre en referencia a las
relaciones sexuales ilícitas (según los criterios establecidos por la Iglesia
católica), es decir, todas las que tienen lugar fuera del matrimonio.
El étimo latino dio lugar también en nuestra lengua
al nombre de una parte del cerebro que recuerda la estructura de una bóveda de
cuatro pilares, el fórnix,
que se vincula con la memoria de largo plazo.
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