jueves, 14 de marzo de 2013

LA PALABRA DEL MES: "LLAMA"

Los antecedentes más remotos de la palabra LLAMA los hallamos en la raíz bhel, que en las lenguas prehistóricas de los pueblos indoeuropeos, –unos veinticinco siglos antes de nuestra era significaba "brillar o quemar". Esta raíz subsistió en palabras del griego clásico, como phlegein 'encender', 'quemar', y en el sustantivo phlox, phlogos 'llama', 'fuego' o 'lengua de fuego que produce luz y calor', de cuyo acusativo singular (phloga) se formó en el griego medieval la palabra con la cual los griegos siguen designando hasta hoy la llama olímpica: flogha.

Phlox se encuentra en las obras de Homero: en “La Ilíada” con el significado de "fuego centelleante" y en “La Odisea” con el de "fuego divino". En el siglo V antes de nuestra era, llamado el siglo de oro de Atenas, tanto Píndaro como los tres grandes dramaturgos helénicos Sófocles, Eurípides y Esquilo denominaron phlox al "relámpago-trueno" lanzado por Zeus y también, metafóricamente, a "la pasión".

Phlegein llegó al latín convertida en fulgeo 'quemar', 'brillar', 'relampaguear', que dio origen a flamma 'llama', 'fuego'. Este término latino derivó en castellano a llama, palabra que está registrada en nuestra lengua desde el siglo XIII.

La voz latina flama dio nacimiento a muchas otras palabras castellanas, tales como flama, flameante flamear. Obviamente, esta palabra no guarda ninguna relación con el nombre del rumiante andino de ese nombre; en ese caso, se trata de otro vocablo, con etimología quechua. 

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