Por: Nicanor Alfredo Camacho Núñez
Este
es un artículo de mi autoría, publicado en primicia y exclusividad en la “Revista Avancemos”
(Chepén) en su edición N° 49 del mes de febrero de 2013. Revista mensual
dirigida por el Sr. Julio César Angulo Quesquén.
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Desde
que estaba jovencísimo hasta ahora, siempre he escuchado por doquier que tal o
cual presidente es un inepto, un corrupto, un inmoral, etc. y, por
consiguiente, era el culpable de todos los problemas de nuestro querido Perú. ¡Qué
absurdo! Por eso, hoy en día tengo la plena confianza de que el problema no
está en lo ladrón y corrupto que haya sido tal o cual gobernante. Considero que
el problema está principalmente en nosotros, nosotros como pueblo; nosotros como “materia prima” de esta nación.
Pertenezco
a un país donde la “viveza criolla”
es la moneda que siempre la valoramos tanto o más que el Dólar o el Euro. Un
país donde hacerse rico de la noche a la mañana es una virtud muy apreciada, incluso,
más que crear oportunidades y formar una familia a largo plazo basada en VALORES
y respeto a los demás.
Pertenezco
a un país donde, lamentablemente, los periódicos jamás se podrán vender como se
expenden en otros países, es decir, poniendo unas cajitas en las veredas en el
que uno paga por un solo periódico y saca uno solo, dejando los demás en su
sitio.
Pertenezco
a un país donde la mayoría de gente (imaginariamente) se siente “triunfal” ante
los tropiezos de sus semejantes, pero sufren mucho con el éxito ajeno. Un país donde
no hay interés por la ecología ni existe la cultura por la lectura. Un país
donde la impuntualidad y la irresponsabilidad es un hábito, comenzando por nuestras
más altas autoridades. ¡A mayor rango, más impuntuales son!
Me
vienen a colación las palabras de Indira Gandhi: “Tú debes ser el cambio que esperas ver en el
mundo”. ¿Por qué esperar a que otros cambien? o ¿Por
qué esperar a que cambien las cosas sin antes haber cambiado uno mismo? El que
hace las cosas, es decir, el ser humano es el que debe cambiar actitudinalmente
y cambiarán las cosas; no al revés, como conceptúan la mayoría de gente.
Indiscutiblemente,
en mi querido Perú hay una pobreza de valores que va en aumento, muy al margen
de si es profesional o no, de si es culto o inculto. Me estoy refiriendo a
nosotros como personas, como seres humanos. Primero es el ser humano o la base,
después es el profesional. Si la “materia
prima” (el espíritu, la personalidad, etc.) está mala ¿qué clase de
profesional habría? Mientras la mayoría de gente más involuciona, más aprecia
la “viveza criolla”. Esto es una
concepción invertida; pues los valores son cruciales en la vida de toda
persona.
Transcribo
las palabras de José Bentancur Tang (Conferencista y Consultor Gerencial
Internacional):
“La misión es el puerto a donde queremos llegar, la visión es lo que tenemos que hacer para llegar a
ese puerto, y los VALORES SON LA BRÚJULA QUE NOS PERMITE MANTENER LA
RECTITUD DEL RUMBO”.
Uno
mismo –como persona, no como profesional– es el que tiene que mejorar en sus
valores, personalidad, espíritu, etc. (que es la base, es lo primero) para
poder empezar a ver los cambios que desea ver afuera. Jorge Washintong, primer
presidente de EE. UU., al asumir la presidencia de su país dijo: “Compatriotas, hay bastante por hacer, quizá
demasiado, pero al menos comencemos”. Hoy en día cuánto han avanzado como
país; ni punto de comparación con nosotros. Ellos tienen esa calidad humana
que nosotros no la tenemos o hemos renunciado a ella. Todo en la vida implica
trabajo, el problema es que la mayoría de peruanos esperan –repito– que otros
hagan su labor por ellos. ¿No será eso una estupidez?
La
conclusión es obvia:
«comenzar a mejorar al interior de uno mismo»,
simplemente eso. ¿Cómo? Recuperando tantos valores ya perdidos. Esto es una
tarea muy personal que cada uno verá si lo hace o no, pues a muchos les
parecerá algo irrelevante y seguirán esperando absurdamente que otros les
solucionen sus problemas o cambien por ellos.
Cito
dos pensamientos de Albert Einstein: “Locura es hacer siempre lo mismo y esperar
resultados distintos”, y “Es tu
ACTITUD y no tu APTITUD la que determina tu ALTITUD”. Asimismo, alguien anónimo
dijo:
“El cobarde no espera ni el bien ni el
mal de sí mismo, sino de otros”.
En
conclusión, para todo en la vida hay dos opciones: «lo fácil o lo correcto». La mayoría
se decide por lo fácil y ahí están las consecuencias, salvo mejor parecer.
Portada de la edición Nª 49 de la "Revista Avancemos"