Entre los que creen en la existencia de Dios como un
hecho indiscutible y los que la niegan —los ateos—, surgió una tercera actitud
en el siglo XIX: el agnosticismo, que
postula que es imposible para el hombre establecer si existe alguna forma de
inteligencia superior, pues todo lo que trasciende la experiencia es
inaccesible a la mente humana.
Las bases filosóficas del agnosticismo fueron sentadas
en el siglo XVIII por Emmanuel Kant y David Hume, pero el nombre por el cual
conocemos esta postura fue creado por el pensador británico Thomas Huxley en el
siglo XIX.
Agnosticismo se derivó de la palabra griega agnostos,
formada con el prefijo privativo a- antepuesto gnostos 'conocimiento'. Gnostos provenía
de la raíz prehistórica gno-, que se aplicaba a la idea de 'saber'.
Está presente en numerosos vocablos del español, tales como 'ignorar', 'conocer',
'ignoto', entre otros.
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