Este adjetivo de "atroz", a partir del cual se formó el sustantivo atrocidad, nos viene del latín atrox, atrocis, que significaba 'amenazante', 'siniestro', 'funesto', 'intimidante', sañudo. Cicerón escribió en cierta ocasión atrocissimae litterae, para referirse a cierta 'carta muy amenazante'. Tácito, por su parte, dijo Agrippina semper atrox (Agripina siempre sañuda) al mencionar a la poderosa Vipsania Agripina, esposa de Tiberio.
Atrox, atrocis se formó en Latín a partir del adjetivo ater, que significaba "negro", "sin brillo", "opaco", "tenebroso".
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