sábado, 6 de julio de 2019

¿SABÍAS QUE...?

El ser humano es, desde los tiempos más remotos, una criatura fascinada por aquello que no puede entender (MILAGRO), y sigue siéndolo aun hoy, cuando el conocimiento científico ha desbrozado buena parte del territorio de lo inexplicable. 

Los latinos llamaban “miraculum” a aquellas cosas prodigiosas que escapaban al entendimiento del común de las gentes, como los eclipses, las estaciones del año y las tempestades. 

En español se dijo durante mucho tiempo “miraclo” (Berceo 1230-1250) y “miraglo” (Palencia 1470), que serían formas de españolización más adecuadas del latín “miraculum” 'prodigio, milagro', pero en romance peninsular la “r” y la “l” intercambiaron sus lugares, de modo que la forma actual ya aparece cristalizada en el Diccionario latino-español, de Nebrija (1495).

“Miraculum” provenía de “mirari”, que en latín significaba 'contemplar con admiración, con asombro o con estupefacción'. La forma latina se mantuvo más fielmente en el francés y en el inglés “miracle”, y en el italiano “miracolo”, entre otras lenguas neolatinas. 

“Mirari”, por su parte, dio origen a otras palabras que el latín legó al español, tales como “mirabilis”, que derivó en admirable“miratio”, “-onis”, en admiración“mirator”, en admirador, y “mirificus” en mirífico, 'admirable, maravilloso'.

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