Este es un
artículo de mi autoría, publicado en primicia y exclusividad en la
"Revista Avancemos" (Chepén) en su edición Nº 72 del mes de marzo de
2016. Es una publicación mensual dirigida por el Sr. Julio César Angulo
Quesquén, en donde –además de "Escritor"–, soy el responsable de la
"Corrección Gramatical" de gran parte de dicha revista.
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Por:
Nicanor Alfredo Camacho Núñez
Un carpintero con muchos años de servicio, por motivos familiares,
pidió que le adelanten su jubilación en una compañía constructora en la que
había laborado años. Al manifestarle su intención al jefe, este le pidió que
antes de dejar la compañía le construyera una última casa. El carpintero
“gustoso” aceptó; sin embargo, no puso todo de su parte al realizar el trabajo
y al final entregó una casa de calidad inferior a la habituada. Se sorprendió
al ver que su jefe le entregaba las llaves, mientras le decía: “¡Esta es tu casa! Es un regalo de la
constructora para ti”.
Toda cosa que hacemos, por más pequeña
que sea, repercute inexorablemente en nuestra vida diaria, y
por cada uno de nuestros actos hay algo
que recibimos. Solamente de nosotros depende que recibamos
poquísimo o algo significativo. De ahí que, a diferencia del carpintero de esta
historia, debemos estar siempre
entusiasmados a poner en uso toda nuestra capacidad, y no estar dándonos
nuestras sobras (el dinerito que me sobra –le llaman ahorros– el tiempo
que me sobra –le llaman libre– el trabajo que me sobra, etc.; puras sobras se da mucha gente
a sí misma). ¿Con sobras,
harías un buen manjar? Date lo mejor
de ti, es decir, hagamos todo con pasión, empeño, entusiasmo… y no por obligación, aunque sea muy
poco el pago material que recibamos. Claro que conozco de cerca que hay muchos
casos en que los jefes o empleadores NO tienen la capacidad de dirigir, porque
carecen de criterio y CARÁCTER, requisitos imprescindibles para liderar o
dirigir alguna empresa. Así como también, no tienen la cualidad de reconocer la
capacidad intelectual de muchos de sus empleados y andan rivalizando inconscientemente
con estos en diferentes modalidades.
“Abandonar
puede tener justificación; abandonarse no la tiene jamás”
–Anónimo–
En la escuela, colegio, instituto o universidad es usual que las
labores se hagan solo por la motivación de la nota (motivación extrínseca, la
de menos valor). En la mayoría de los centros de trabajos sucede lo mismo: la
actividad se realiza únicamente por el impulso del pago (motivación extrínseca).
Por eso, a menudo nos encontramos con trabajadores que se lamentan de lo
aburridos o desmotivados que se sienten porque en realidad no hacen lo que les
interesa… ¿o no se interesan en lo que hacen?
El trabajo diario debe incluir nuestros
más profundos valores y pasiones, sentimientos y compromisos o,
de otro modo, no es un trabajo, es solo un puesto, y un puesto es aquello que
nos permite pagar las deudas pero no da satisfacción real, además de ser un
círculo vicioso de difícil salida. El
trabajo es algo que afecta el corazón y que expresa nuestro ser, por eso
la necesidad de hacer lo que nos gusta; trabajar por vocación, no por obligación. Entonces, podemos
inferir que en el Perú hay escasez de
trabajadores. Casi todas las personas, cuando conseguimos un trabajo lo
vemos como la panacea que –principalmente– nos va a solucionar nuestras
angustias económicas y, por tanto, nos olvidamos de ponerle entusiasmo a
nuestra labor. A pesar de que podamos
tener aflicciones económicas, es totalmente negativo y absurdo llevar esas
angustias al centro de labores, muy al margen de que tu jefe reconozca o
no tus capacidades intelectuales o cognoscitivas.
Permítanme explicarles que no hay trabajo
pequeño ni grande: “En una obra de teatro, por
ejemplo, puede haber un papel con muy poco diálogo, pero si el autor le
confiere gran valor a lo que hace y se concentra en el sentido y en la
motivación del ser que está expresando a través de esas cortas líneas,
difícilmente el personaje pasará inadvertido entre el público”.
El problema, casi siempre, somos nosotros mismos, ya que nos cuesta muchísimo utilizar nuestra
libertad–responsabilidad
(asumirnos). Sin embargo, varias veces sentimos que esa libertad nos
ahoga, nos genera ansiedad y terminamos haciendo lo mismo de siempre: copiando,
imitando o actuando en automático; es decir, en forma inconsciente y pasiva, no
proactiva. Por lo tanto, ya sabes que poco interesa el qué, lo importantísimo es el CÓMO; eso
es lo que hace la diferencia. Esa premisa básica aplícala para todo en tu vida.
Por ese motivo, como Entrenador en el
gimnasio donde trabajo, siempre les enfatizo a mis clientes que en
el guión de nuestra propia vida, nosotros somos los autores. Tenemos la libertad de escribir líneas
principales y secundarias (asumiéndonos), de crear el personaje como mejor nos parezca, con mucho
entusiasmo, con aciertos y errores. Pero,
para escribir y actuar ese guión, necesitamos descubrir nuestra motivación (intrínseca)
y mantener vivo el interés y el entusiasmo en todas nuestras acciones. Puesto
que estamos construyendo nuestra propia casa (vida), debemos hacerla con
gran entusiasmo, con los mejores materiales y no con nuestras sobras como suele ser común, salvo mejor
parecer.
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