Este es un
artículo de mi autoría, publicado en primicia y exclusividad en la
"Revista Avancemos" (Chepén) en su edición Nº 69 del mes de noviembre
de 2015. Es una publicación mensual dirigida por el Sr. Julio César Angulo
Quesquén, en donde –además de "Escritor"–, soy el responsable de la
"Corrección Gramatical" de gran parte de dicha revista.
----------------------------------------------------------------------------------
Por: Nicanor Alfredo Camacho Núñez
“El dolor, mientras no se convierta en
verdugo o sufrimiento, es un gran maestro”
–Epícteto de Frigia–
En
el gimnasio donde trabajo, a varias de mis amistades les digo que el dolor (físico
o psíquico) es parte de la vida. Depende de cada uno si desea transformarlo en
sufrimiento. Para ello, veamos una anécdota que la encontré en mi extenso
recorrido literario para que cada uno saque sus propias conclusiones:
En una charla, conocí a Raúl cuatro años
después de haber sido liberado de
un secuestro. Sus captores lo habían encerrado en una habitación muy pequeña durante seis meses amarrado con cadenas.
un secuestro. Sus captores lo habían encerrado en una habitación muy pequeña durante seis meses amarrado con cadenas.
Me hablaba con un entusiasmo enorme, pleno de ilusiones y de afecto. Parecía feliz a pesar de haber soportado una experiencia tan dolorosa y destructiva.
— ¿No sientes rabia o rencor contra tus captores? –Le pregunté abiertamente–.
Me miró, se frotó la cara con las manos y su rostro se ensombreció por un instante.
— Recién salí, –respondió con firmeza–, no fue fácil.
Mi desesperación y mis rencores eran mi
peor tortura, mi peor sufrimiento; pero un día decidí que ya no quería cargar
más con esas malditas cadenas.
— ¿A qué te refieres? –Dije intrigado–.
— Estuve secuestrado con otro individuo –replicó–, a ambos nos liberaron al mismo tiempo. Después de un par de años, lo encontré rabioso y amargado, solamente hablaba de su pasado, del daño irreversible que le habían causado, de lo crueles que habían sido, de lo feliz que se sentiría el día en el que se hiciera justicia.
Guardó silencio por un instante, como si revisara sus propias reflexiones.
— ¿Sabes? –Prosiguió después de una pausa–, al ver a ese hombre, me di cuenta
de que daba lo mismo que lo hubieran liberado. Aunque su cuerpo estaba libre, él había decidido continuar secuestrado en su mente, en su dolor, en su pasado.
Prefería pensar en sus captores, no disfrutaba a su familia, ni de la posibilidad de construir el presente ni el futuro que le dio la vida.
— Pero, ¿cómo se puede olvidar algo tan duro? –yo seguía interrogando–.
— Mis captores me quitaron la libertad,
pero no voy a permitir que me quiten mi tranquilidad. Si continúo alimentando
este rencor, les estaré dando mi vida; es como si eligiera llevarlos conmigo en
cada momento, por el resto de mis días.
Ni mis seres queridos ni yo nos merecemos eso. La verdadera venganza será dejarlos atrás, construir mi felicidad, mis éxitos; aprovechar mi vida y disfrutar de cada instante de mi existencia.
Hizo una pausa y miró hacia adelante con
una expresión alegre…
Amigos(as),
las verdaderas cadenas las tenemos en nuestras mentes cuando decidimos
continuar apegados al dolor y transformarlo en sufrimiento. Eso es peor que estar
encerrados y encadenados en una habitación contra nuestra voluntad. Por eso,
¿cuáles son las cadenas que podrías elegir empezar a soltar ahora? ¿Cuáles son
los eventos pasados o presentes que puedes dejar de alimentar con rabia o dolor
y evitar así el sufrimiento? Recuerda:
“El sufrimiento es la diferencia entre lo
que es y lo que tú quieres que sea, y aparece cuando te aferras a lo que no depende de ti”; en dos palabras,
el sufrimiento es optativo. Por lo tanto, en cada momento puedes decidir
agravar tu herida o empezar a sanarla para siempre.
Y
por si fuera poco –y teniendo
en cuenta lo dicho anteriormente– algo asombroso que veo en algunas personas que llegan a entrenar al
gimnasio donde trabajo es que primero pierden su salud para ganar dinero,
después pierden el dinero para recuperar su salud. Y por pensar ansiosamente en
el futuro no disfrutan el presente; por lo que no viven ni el presente ni el
futuro. Es decir, viven como si nunca tuviesen que morir… y mueren como si nunca hubieran vivido. Salvo mejor parecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario