Plinio el Viejo usaba el vocablo obstetricia para
denominar el oficio de las parteras, que se llamaban obstetrix, - icis.
La palabra se derivó del verbo obstare,
una de cuyas acepciones era 'estar allí, a la espera', algo que, sin duda, es
uno de los gajes del oficio de las comadronas. En nuestra lengua española, la
palabra aparece ya en 1728, en el ensayo de Benito de Feijoo Teatro crítico
universal: Uso más honesto de la Arte obstetricia, o de partear.
Sin embargo, no figuraría en ningún diccionario de nuestra lengua hasta más de
cien años después, cuando fue incluido recién en el de Salvá (1846).
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