Este es un artículo de mi autoría, publicado en
primicia y exclusividad en la "Revista Avancemos" (Chepén) en su
edición Nº 66 del mes de julio de 2015. Es una publicación mensual dirigida por
el Sr. Julio César Angulo Quesquén, en donde –además de "Escritor"–,
soy el responsable de la "Corrección Gramatical" de gran parte de
dicha revista.
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Por:
Nicanor Alfredo Camacho Núñez
“He aprendido que un hombre tiene derecho a mirar a otro hacia
abajo, solo cuando ha de ayudarle a levantarse”
–Gabriel García Márquez–
Nuevamente, como Entrenador
del gimnasio Malka, voy a darles unos alcances personales: De ahora en adelante solo los estadounidenses de origen
afro estarán en condiciones óptimas de competir con muchas posibilidades de
éxito en las más grandes y diversas competencias deportivas del orbe.
Igualmente, dentro de pocos años lo mismo ocurrirá en el campo femenino. Este
racismo invertido viene a confirmar la excepcional superioridad física de la raza negra.
Cada vez son más en el
mundo los deportistas negros que vienen destacando en las diferentes
disciplinas deportivas. Su enorme superioridad
genética no dejará espacio alguno para los deportistas blancos, a pesar de
que desde hace siglos los negros fueron vistos como seres inferiores
(¿inferiores en qué?).
Lo podemos ver, no hace
muchos años, en los 100 y 200
Metros Planos el enorme predominio de los negros Carl
Lewis y Ben Johnson. Por eso es que en los Estados Unidos de Norteamérica han
llegado a un tamizado implacable al seleccionar a sus representantes en las más
grandes competencias deportivas del mundo. En otras palabras: se ha convertido en una selección de
razas, en donde la negra está ganando terreno cada vez más como ya lo estamos
viendo. ¿A qué se debe esta superioridad genética excepcional de los negros? En
mi opinión, simplemente a la evolución y selección.
COMENCEMOS POR LA EVOLUCIÓN: Según la
ciencia, el homo sapiens inicia su
evolución hace 15 millones de años como consecuencia de un acontecimiento
geológico trascendental, la elevación de la costa a lo largo del borde oriental
del continente africano que formó una profunda depresión conocida como el Gran
Rift. Este trastorno geológico ocasionó que una parte de la selva africana se
transforme en sábana, dando origen a nuevos ambientes naturales. Nuestros
antepasados eran criaturas de selva, pero a diferencia de lo que ocurre con los
actuales grandes monos antropomorfos, dejaron los árboles por el nuevo hábitat.
Este éxodo dio empuje al
inmenso cambio evolutivo de nuestra especie. Al verse obligado por una
vegetación de apreciable altura a adoptar una posición constantemente erguida
para buscar sus presas y evitar los grandes carnívoros, constituyó el primer
paso de nuestra historia. Desde entonces, el gran viaje del ser humano no se ha
detenido nunca y ha dado origen a diversas razas, algunas de las cuales
favorecidas por condiciones ambientales mejores, se han civilizado antes que
otras y han pagado el precio en el plano fisiológico.
Lamentablemente, la raza blanca se ha degenerado: “las
mejores condiciones de vida” y el sedentarismo nos están haciendo involucionar
genéticamente. Es decir, conseguir una cabeza grande, un abdomen muy
prominente, exceso de tejido adiposo, unas extremidades débiles y delgadas
junto a un esqueleto y unos músculos atrofiados. Es imposible pensar que con
este material humano se pueda –inclusive con el doping y toda la ciencia– conseguir
grandes posibilidades de éxito en las más grandes competencias deportivas del
orbe. La raza negra, en cambio, parece haber permanecido en el aspecto
biológico unos tres mil años atrás, lo cual supone, en cierta medida, como si
todos nosotros retrocediéramos a lo que éramos en la época de las pirámides.
AHORA VEAMOS LA OTRA CAUSA, LA SELECCIÓN: una
predeterminada selección de sus progenitores llevados como esclavos a los
Estados Unidos de Norteamérica y el sucesivo y continuado cruzamiento con otras
razas. Hace ya varios siglos, los negreros capturaron y redujeron a esclavos
solo los individuos más sanos y fuertes de la población africana. El viaje
hacia a América constituyó una ulterior y durísima selección, y en último
término, tenemos que los esclavistas hicieron que se aparearan y copularan los
de mejor constitución física, exactamente a como se hace con la cría de
animales hoy en día. Esta introducción de ADN nuevo y diferente, indudablemente,
enriquece y mejora la especie.
“El ruiseñor se niega anidar en la jaula para que la esclavitud no
sea el destino de sus crías”
–Epícteto de Frigia–
En el ámbito netamente
deportivo, las características vencedoras de los negros las puedo resumir en
cinco puntos:
1.- Una estructura ósea
bellísima y potente. Las clavículas son de gran amplitud, dando anchura natural
a los hombros, mientras que la pelvis (caderas) es estrecha. Las extremidades
son largas y la caja torácica bien proporcionada. La densidad ósea es enorme, y
las reducidas y fuertes articulaciones parecen hechas a propósito para
favorecer la presencia de grandes y fuertes músculos. El cráneo es pequeño, lo
cual da una apariencia aún mayor a la musculatura esquelética, por el
contraste.
2.- Músculos constituidos
de modo prevaleciente por fibras blancas, que son las más fuertes y explosivas
con respecto a las fibras rojas. El vientre muscular es largo y, con frecuencia,
supera la longitud del segmento óseo que recubre, mientras que el tendón abdominal
se presenta corto y robusto.
3.- El equilibrio hormonal
representa la diferencia más marcada. El sistema endocrino, el sistema nervioso
y el sistema inmunitario, que se hallan estrechamente vinculados entre sí,
aparecen íntegros y muy fuertes. Por lo tanto, los negros se hallan dotados de
una fuerza muscular, resistencia muscular y una resistencia cardiorrespiratoria
excepcional, así como un metabolismo muy superior al de los blancos.
4.- A la belleza exótica de
sus facciones, fruto de cruzamientos con indoeuropeos y mestizos, se une un
gran sentido del ritmo y del espectáculo. Se trata también, en este caso, de
dotes innatas y primitivas que ayudan en el terreno de las competiciones
físicoculturistas.
5.- Por último, pero no
menos importante, debe ser tomado en consideración el fuerte deseo y la gran
voluntad de salir de ese supuesto “submundo” en donde le hemos colocado los
blancos. Por todo ello, debemos tener en cuenta que –al menos en el
Físicoculturismo– esta supremacía ya ha sido alcanzada. Pues recordemos al
reciente Ronie Coleman como también a Sergio Oliva, los dos más grandes negros
de la historia físicoculturista, literalmente imposible de superar sus records
deportivos.
Entonces, es exactamente
así, y a pesar del dolor de muchos blancos:
EL FUTURO SERÁ NEGRO, salvo mejor
parecer.
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