Por: Nicanor Alfredo Camacho Núñez
Este es un
artículo de mi autoría, publicado en primicia y exclusividad en la "Revista Avancemos" (Chepén) en su edición Nº 53 del mes de setiembre de 2013. Es una publicación mensual dirigida por el Sr. Julio César Angulo Quesquén, en donde -además de ser "Escritor"-, soy el responsable de la "Corrección Gramatical" de gran parte de dicha revista.
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Hablamos bastante de los cambios en
la empresa, y es que muchos trabajadores cuarentones o más hemos vivido varios cambios
importantes: el trabajo por
objetivos, la informatización, los equipos, la reingeniería, la globalización,
los viajes, los métodos de comunicación, el empowerment,
los sistemas de calidad, el e–learning,
el PC, internet, la avalancha de información, etc. Hemos tenido que ir
adaptándonos a todos ellos; pero también se vivieron formidables cambios en el
pasado.
Diría que hoy nos ha tocado vivir una época de enormes cambios; pero el hecho es que los trabajadores de hace 110 años también vivieron grandes novedades. Podemos reflexionar sobre los cambios sociolaborales más impactantes de nuestros días. Fijémonos ahora, y de modo simultáneo, en algunos detalles del siglo XXI. En seguida convendremos en que se asistía igualmente a grandiosos cambios hace unos 110 años; pero también advertiremos, al formularlos, un cierto paralelismo de signo cambiante. Unas tendencias parecen sostenerse 110 años después, y otras parecen manifestarse en sentido contrario:
*En torno a 1900, el desarrollo del telégrafo, el teléfono y el ferrocarril reducía las distancias.
*En torno a 2000, el desarrollo de
los medios de transporte y comunicación parece eliminar las distancias y fronteras
entre naciones: es la globalización.
*En torno a 1900, nuevas
oportunidades de negocio impulsaban la iniciativa empresarial.
*En torno a 2000, nuevas
oportunidades de negocio, muchas veces on
line, impulsan la iniciativa empresarial... Con desiguales resultados.
*En torno a 1900, aparecían los
directivos asalariados: empleados
contratados para dirigir.
*En torno a 2000, los ejecutivos
asalariados son objeto de sospecha: algunos
altos ejecutivos se enriquecen desmesuradamente, mientras sus empresas se
devalúan.
*En torno a 1900, se consolidaba
el concepto de “obrero”.
*En torno a 2000, se avanza en el
concepto de “trabajador del
conocimiento”.
*En torno a 1900, se formalizaban
las iniciativas de formación en la empresa.
*En torno a 2000, se consolida el
concepto de aprendizaje permanente, y se va trasladando el protagonismo al
individuo.
*En torno a 1900, se organizan los
primeros congresos de gestión empresarial.
*En torno a 2000, hay congresos
diarios, y muchos por videoconferencia.
*En torno a 1900, había elevadas
cotas de analfabetismo por reducir.
*En torno a 2000, se aborda el
analfabetismo informático, y se empieza a pensar en el analfabetismo informacional.
*En torno a 1900, las materias
primas constituyen el foco de riqueza.
*En torno a 2000, la materia prima
es –en muchos casos– la propia información:
se consolida la “Sociedad de la información”.
La lista es enorme, solo pretendía
insistir en que los cambios no son exclusivos de nuestros días, sino de todo el tiempo. Por eso, enfoquémonos sobre
los cambios a que estamos yendo en nuestra propia trayectoria laboral en este siglo.
He concluido la relación haciendo referencia a la “información” que, sin duda, parece una herramienta de trabajo para
todos, cuando no una sólida materia prima. En esta “Sociedad de la información” de nuestros días, la mayoría ya nos
identificamos con la idea de “trabajador
del conocimiento”, formulada por Peter Drucker en varios de sus libros;
pues la información, más que una herramienta, es una “materia prima”. Por eso, muchos tenemos una computadora conectada
a Internet. Acudimos a la revolución informática décadas atrás, y asistimos
ahora, por medio de Internet, a la “revolución
de la información”.
LA INFORMACIÓN: EL GRAN CAMBIO DE HOY
Si de hace 110 años nos queda la
imagen del “trabajador manual”, recordemos que fue hace más de 50 años cuando
el ya citado profeta del management (Peter
Drucker) acuñó la expresión “knowledge
worker” (trabajador del conocimiento)
para referirse a trabajadores que manejan la información y toman las
mejores decisiones. No obstante, aunque aceptemos que muchos de nosotros
tenemos que completar nuestro perfil profesional como nuevos “knowledge workers”, diría que el
progreso es lento y que no siempre tomamos las decisiones que nos habría
conducido a un mayor grado de conocimiento, derivado de un acceso proactivo a
información más completa e idónea.
«El conocimiento es la capacidad de actuar», es decir, de tomar las mejores decisiones; pero el hecho es que la demanda de conocimientos crece más deprisa que el aprendizaje, y también más deprisa que los esfuerzos de organización del saber (gestión del conocimiento). Insisto: para los “trabajadores del conocimiento”, la información es la “materia prima esencial” (recomiendo aquí leer los libros: “Instrumentos para la gestión del conocimiento”, del Dr. Heinz Mandl y “Navegando hacia el cuarto paradigma”, de José R. Bentancourt Tang).
Todos vivimos de manera especial
el aprendizaje continuo; a menudo debemos actuar pidiendo ayuda a nuestra
imaginación, intuición y, sobre todo, hacer uso cotidiano de especiales
destrezas informacionales. Habiendo dejado el aprendizaje de ser una actividad
casi pasiva (escuchar al docente) para empezar a exigir una permanente actitud
proactiva, el individuo precisa ahora de nuevas y específicas competencias
informacionales; necesita, entre otras capacidades, la habilidad de aprender
por sí mismo a partir de la información disponible (no siempre muy didáctica,
ni muy rigurosa, ni muy a mano).
De modo que, entre los muchos cambios a que estamos asistiendo en los últimos años, cabe destacar la necesidad de «aprender continuamente», y, en sintonía con esto, la necesidad de «aprender a aprender». De esto ya hemos oído hablar, pero quería moverles a la reflexión sobre el hecho de que, a veces, son los propios conocimientos ya almacenados los que nos impiden la llegada de otros de nueva vigencia (recomiendo aquí leer el libro: “Parálisis paradigmática”, de Yuri Von Berner Serbolov); no olvidemos tampoco el “aprender a desaprender”, que tendría algo que ver con la adaptabilidad, la amplitud de miras, el pensamiento reflexivo, el autoconocimiento y autocuestionamiento.
CONCLUSIÓN: Me pareció útil comparar el panorama cambiante en momentos que coinciden con el inicio de este milenio, porque, ya en la escena de años atrás, se produjeron muchos intentos de relacionar aquellos cambios con el calendario. Incluso, se habló de la llegada del “tercer milenio” (como si no hubiera pasado nada antes de Cristo), enfatizando o dramatizando quizá más los cambios emergentes.
Pero la vida es corta y no llegaremos al final de este siglo, bastaría con que
hoy en día viéramos con claridad el panorama del 2040 ó 2030 o, simplemente,
2020. Tras este modesto intento de tomar impulso en el tiempo, les propongo que
pongan a prueba su visión de futuro. Hagan sus propias reflexiones, aun
cuestionen esta pequeña dosis de información que les doy fruto de mi modesto
recorrido literario, y aprovechen la energía cinética para hacer ejercicios de
análisis a su propio pasado y futuro. ¿Qué exigencias de aprendizaje y desarrollo
se harán visibles en el 2020? ¿Somos conscientes de nuestra propia situación hace
apenas 5 ó 10 años? ¿Cómo viven los cambios? Pensemos en ello, salvo mejor
parecer.
Portada de la edición Nº 53 de la "Revista Avancemos"
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