La
lingüística es la ciencia que estudia el lenguaje humano y las lenguas en su
diversidad (glotodiversidad). Viene al caso advertirlo porque una cosa son los
manuales de buenos modales lingüísticos («dardos en la palabra», por ejemplo),
y otra bien distinta los estudios de lingüística. En afortunada comparación de
Juan Carlos Moreno Cabrera, es la diferencia que hay entre la moda en el vestir
y el estudio del cuerpo humano.
Xulio
Viejo Fernández, quirosano nacido en Oviedo (1968), es investigador en
lingüística, profesor en la Universidad de Oviedo. En su trayectoria
profesional destaca, por una parte, la atención a los asuntos de lingüística
asturleonesa, sobre todo de gramática, pragmática, historia de la lengua u
onomástica. Es autor de importantes aportaciones en este campo, como La
formación histórica de la llingua asturiana (2003). Miembro del grupo de
investigación universitario Seminariu de Filoloxía Asturiana, dirige la
reconocida «Revista de Filoloxía Asturiana». Es también el director del
proyecto «Eslema-Corpus Xeneral de la Llingua Asturiana», cuyo logro más
visible es el traductor automático del mismo nombre.
Xulio
Viejo también cultiva la lingüística general, disciplina referida a lo que
comparten todas las lenguas independientemente de su estatus jurídico o
político. El trampolín que le incita a las grandes reflexiones acerca del
lenguaje es el hecho de ser hablante del asturiano en coexistencia con el
castellano. Ambos, como ejemplos de la glotodiversidad humana, muestran, en su
gramática y en su uso, material suficiente para reflexiones intelectuales de
alcance universal.
Es lo
que hace en su último libro, “Hablar en
tiempo” (Uviéu, Trabe, 2012), un extraordinario y muy personal ensayo
académico, a caballo entre la lingüística general y la filosofía del lenguaje,
que aborda el fenómeno del lenguaje a la luz de las teorías más actuales sobre
este campo de estudio, con la apoyatura de su experiencia como usuario y
lingüista.
El
libro lleva el subtítulo de “Identidad
lingüística, configuración cognitiva y perspectivismo ético”. Una primera cuestión es desentrañar la
naturaleza del lenguaje y de qué manera opera como constituyente de nuestra
condición de «Homo sapiens», a modo de un dispositivo incorporado «de serie»
que cumple dos funciones: la de
guiar la dinámica interna de cada individuo en su captación del mundo (su
«pensamiento»), y la de guiar la interacción del individuo con el medio
biosocial (su «comportamiento»). El título “Hablar
en tiempo” alude a la compleja y sutil sincronización gramatical y
semántica que el hablante tiene que poner en marcha en relación con su medio de
interlocutores.
En
segundo lugar, está la cuestión de la glotodiversidad: ¿qué razón de ser tiene la variedad de formas lingüísticas
(lenguas, dialectos, etc.) en la ejecución de las funciones primordiales del
lenguaje? La postura de Viejo es que la estructura de cada lengua o modalidad
implica, por un lado, ciertas tendencias peculiares de orden gramatical y
semántico; e implica, por otro lado, tendencias peculiares en la manera de
socializar la comunicación, a manera de una red de complicidades comunicativas
y gramaticales.
Eso
es lo que conforma la identidad lingüística, concepto clave en este libro, pero
entendido no en su vertiente política, sino en su dimensión sociobiológica. En
palabras del autor, es el «entorno cognitivo mutuo con relación al cual el
individuo puede definir la relevancia de sus enunciados» (p. 185). Y así, la lengua
individual es un marco de libertad individual, en tanto que «es un pilar
esencial de nuestras capacidades cognitivas y nuestra proyección ética, el
primer punto referencial del pensamiento consciente» (p. 422).
En
relación con la glotodiversidad está el conocido debate sobre el relativismo o
determinismo lingüístico, que en este libro ocupa bastantes páginas. Su postura
conjuga la universalidad del lenguaje en su dimensión «macro», con la
posibilidad de un cierto determinismo en el nivel «micro», refiriéndose este a
contenidos de experiencia individuales susceptibles de reflejarse en los
significados: «No defendemos un
relativismo lingüístico tal que sea capaz de condicionar la actuación
consciente de cada individuo, pero sí nos estamos permitiendo dudar de que la
conciencia de cada individuo sea enteramente ajena a la experiencia lingüística
de que suele alimentarse» (pp. 34-35).
No
estamos propiamente ante una investigación, sino ante un ensayo científico,
exento de todo aparato crítico y citas, aunque dotado de mil referencias y una
sólida bibliografía al final. El estilo ensayístico le permite al autor
expresarse con comodidad, sin cortapisas académicas y con alarde de recursos
literarios (no hay que olvidar que Viejo es también narrador y poeta) y hasta
humorísticos. Abundantes ejemplos (en castellano, en asturiano, en inglés)
ayudan a comprender las diversas tesis expuestas. Advertimos, a pesar de todo,
que no es libro de lectura ligera, al menos según qué capítulos.
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