La “Real Academia de la Lengua Española”
(RAE) junto a la “Asociación de Academias
de la Lengua Española” (constituida por 21 países de Latinoamérica [22 con
la RAE]), las mismas que están integradas por Doctores en Gramática,
Lingüística, Filología, Paleología, etc., son las que dictan las normas a tener
en cuenta para hablar o escribir; de lo contrario qué orden o qué formalidad
habría, cada quien hablaría o escribiría como quiera. Por esa razón, la RAE
clasifica la palabra “presidente” como un sustantivo epiceno.
Los
sustantivos epicenos son los que con un solo género (sea masculino o femenino)
se refieren a seres vivos (personas, animales o vegetales), pero que no poseen
ninguna marca formal que permita determinar su sexo. Como personas tenemos: víctima, criatura, personaje, rehén,
vástago, etc., también están aquí los verbos de origen latino en su forma no
personal participio activo (cantante, presidente, estudiante, sufriente, etc.);
como animales: búho, camaleón,
cebra, culebra, hiena, hormiga, jirafa, lechuza, liebre, mosca, rata, sapo, tiburón,
víbora, etc.; y como vegetales: espárrago,
palmera, plátano, sauce, anís, etc.
En estos
casos, la RAE nos dice: “Para determinar el género del sustantivo y,
por ende, el sexo de quien nos estamos refiriendo, tenemos que anteponer a todo
sustantivo epiceno un artículo determinante
o indeterminante (el, la, los, las; un, una, unos, unas); anteponerle un adjetivo determinativo indefinido (sea cualitativo,
cuantitativo o distributivo); o colocarle
-antes o después- un adjetivo
calificativo (varón, mujer; macho, hembra; bueno, malo; manso, mansa;
gordo, gorda; etc.)”, para poder –repito–
especificar el género del sustantivo y, de igual modo, definir el sexo de quien
nos estamos refiriendo o a quien se le atribuye tal cualidad.
Esto es en
síntesis lo que nos recomienda la RAE, mas no un antojo personal ni mucho menos
una creación mía, como quizás algunos desinformados lo hayan tomado. Por tal
motivo, agradezco a todas esas personas que en esta última semana me han
enviado sus preguntas, comentarios, objeciones, etc. sobre el tema que escribí;
ya que en el fondo, todos ustedes, sin excepción, me nutren cognoscitivamente.
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