Son varias
las personas que de vez en cuando me dicen y (hasta tratan de refutarme
creyendo que es meritorio) que consideran correcto que “cada uno escriba a su
manera o como mejor le parezca”. Sinceramente, eso es de gente muy inculta que
trata de disimular su bajo intelecto. No obstante, y sin necesidad de
contradecirles, voy a comunicar que la Real Academia de la Lengua Española tiene
una opción llamada HIPÉRBATON que admite varias formas de escribir una misma
oración o idea; veamos:
Este
término, tan exótico como desconocido para la mayoría de las personas, es un
vocablo de origen griego que equivale a inversión, y sirve para designar la “alteración
del orden lógico de las palabras en la oración”.
Si bien
existe un ordenamiento lógico en la construcción de oraciones en nuestra lengua,
solemos alterarlo para dotar a la redacción de un toque de originalidad. En
realidad, salvo el artículo, la preposición y la conjunción –que tienen una ubicación
obligatoria dentro de la oración–, el resto de palabras pueden colocarse donde
se desee, pero DEBERÁ CUIDARSE de no caer en alteraciones que resulten
demasiado afectadas y rebuscadas.
Estos son
algunos ejemplos de hipérbaton, basados en la oración: «Los niños del barrio juegan alegremente en la
plaza esta mañana».
Caso 1: Juegan alegremente los niños del
barrio en la plaza esta mañana.
Caso 2: Alegremente, juegan en la plaza esta
mañana los niños del barrio.
Caso 3: En la plaza, juegan alegremente esta
mañana los niños del barrio.
Caso 4: Esta mañana, los niños del barrio,
alegremente, en la plaza juegan.
Y así
podríamos continuar hasta acabar con las posibilidades de alterar el orden lógico.
Pero, tal como lo afirmamos anteriormente, no conviene caer en la afectación o
el error, como sería escribir, por ejemplo:
«Esta mañana, en la plaza los niños juegan alegremente, del barrio». En este
caso, se ha partido en dos al sujeto, lo que nuestra lengua no lo permite, ya que
el fragmento “…los niños del barrio”
debe permanecer como una construcción entera. Este ejemplo demuestra, además,
cómo puede perderse el sentido de la oración, mientras que en otros –aun cuando
se mantenga el sentido– la expresión resulta muy afectada como en este caso: «Compróse mi cuñada en una importante casa de
modas un muy caro vestido», en lugar
de «Mi cuñada se compró un vestido muy caro en una importante casa de
modas», que
es la forma correcta.
NOTA
Gramaticalidad
casi siempre equivale a claridad o univocidad. Pero el caso del hipérbaton
(alteración más o menos pronunciada, y más o menos voluntaria, del orden
“normal” de las palabras en una oración) establece una diferenciación.
Se sabe
que el español es un idioma muy flexible en cuanto al orden que las palabras y
construcciones pueden adoptar; en esto también se sitúa prácticamente entre el latín
(más flexible aún) y el inglés (más “rígido”). Por supuesto, las variaciones de
orden producen también variaciones, a veces sutiles, de significados. Es lo que
en lingüística se llama “modalidad de mensaje”. No es exactamente lo mismo
decir «El asesino fue Juan» que «Juan fue
el asesino»; hay un
desplazamiento de énfasis, un primer foco de atención distinto en cada caso
(recurso muy visible, por ejemplo, en los titulares de los diarios).
En el
hipérbaton hay gramaticalidad, pero la claridad se ve parcialmente perjudicada.
Ejemplo: «De estas obras, creerán descubrir sus
críticos, años más tarde, una manifiesta influencia en él». “Ordenado”: «Años más tarde, sus críticos creerán descubrir
una manifiesta influencia de estas obras en él». Es
bastante evidente que esta segunda versión, la “ordenada”, es más clara e inmediatamente
entendible.
Ahora otro
ejemplo que, sin ser precisamente un hipérbaton, exhibe un orden inadecuado: «Relacionar la expresión del rostro con la
postura corporal de las obras presentadas, si estas fueran de cuerpo entero».
En esta
oración, la subordinada condicional que está al final de todo (…si estas fueran de cuerpo entero) es una
redundancia innecesaria. Si las obras no son de cuerpo entero, no se puede relacionar
su postura corporal con la expresión del rostro, ni vale la pena aclararlo.
La misma
oración, pero con otro orden: «Si las
obras presentadas son de cuerpo entero, relacionar la expresión del rostro con
su postura corporal». Aquí no
hay redundancia, se introduce la condición al principio, que es donde debe ir
en este tipo de consignas.
Sin ánimo de haber minimizado ni burlarme de los
que consideran que “cada uno escribe a su manera o como mejor le parezca”,
espero haber aclarado en algo esa idea errónea de varias personas.
CONSULTOR FITNESS Y CORRECCIÓN GRAMATICAL
Nicanor Alfredo Camacho Núñez
Máster: "Entrenador Personal", "Nutrición Deportiva" y "Psicología Deportiva"
Diplomado en "Gramática, Redacción y Estilística"
+51 942305620 Móvil
consultorfitness1211@gmail.com
nicanorgramati@gmail.com
Chepén-La Libertad-Perú
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