He
aquí algo sobre el orden gramatical en las oraciones. En el principio era el “verbo”.
Esas palabras, aunque escritas originalmente en griego, bien podrían aplicarse
al hebreo. Las primeras palabras del Génesis dicen: “Bereshit, bará Elohim et
ha shamayim ve’et ha’aretz”. Los traductores de la Biblia, para ser fieles
al original hebreo, tradujeron el texto respetando el orden gramatical semita: verbo-sujeto-objeto; ejemplo: “En
el principio, CREÓ Dios los cielos y la tierra”. El hebreo usa el verbo al
principio, pero hay lenguas que usan el verbo al último, como el quechua,
sujeto-objeto-verbo (“Atug shuti cani:
Lobo de nombre soy”). Nuestra lengua madre, el latín, era muy flexible en el
orden. Pero el español actual sigue este orden: Sujeto-Verbo-Objeto (“Dios
creó el cielo”, “Lobo es mi nombre”).
Se
altera ese orden al hacer una pregunta:
“Tu casa es blanca. ¿Es blanca tu casa?”
O en poesía: “siempre de quien se atreve más el triunfo ha sido” (Olmedo); si no
fuera poesía, sería: “El triunfo siempre ha sido de quien más se
atreve”. Cuando escribimos en español estándar (cartas, ensayos, informes,
solicitudes, todo lo que no sea poesía ni letra de canciones): Sujeto-Verbo-Objeto. Por eso, NUNCA
debemos separar el sujeto del verbo con una coma: “Portoviejo, es la capital de Manabí”, “Los cuyes, comen alfalfa”; errado. ¡Esas
comas están demás!
Tan importante es el
verbo en español, que se usa coma para reemplazarlo (es la coma elíptica): “Los
cuyes comen alfalfa; y los conejos,
zanahorias”. Esa coma sustituye a “comen”: “los conejos comen zanahorias”. Aquí puedo contarles otro secreto
para escribir bien, que poquísimos lo saben:
no escriban oraciones larguísimas en ningún idioma del mundo, porque el sujeto
queda muy separado del verbo: lo
correcto es decir “El perro blanco me mordió” y no “El perro blanco de pelo crespo que es de raza caniche que fue
entrenado para recoger tórtolas durante las cacerías a caballo y que me regaló
mi primo me mordió”. A esas alturas, ya no sabe el lector qué me mordió: ¿perro, tórtola o caballo? Una
oración no debería tener más de 16 palabras, aconsejaba el maestro Hernán
Rodríguez Castelo (en el ejemplo de la oración anterior ¡hay 30 palabras!). Por
lo general, el verbo debe concordar en número con el sujeto. “El niño come
chocolates”.
CONSULTOR FITNESS Y CORRECCIÓN GRAMATICAL
Nicanor Alfredo Camacho Núñez
Máster: "Entrenador Personal", "Nutrición Deportiva" y "Psicología Deportiva"
Diplomado en "Gramática, Redacción y Estilística"
https://instagram.com/nicanoralfredo2
https://twitter.com/NicanorAlfredo2
+51 (044) 942305620 Móvil
consultorfitness1211@gmail.com
nicanorgramati@gmail.com
Chepén-La Libertad
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