Esta palabra debe su origen a
una costumbre medieval árabe: cuando
un señor quería conquistar a una mujer casada, le enviaba al marido un caballo de
regalo con el fin de ganar la simpatía de él y poder aproximarse así a la
esposa deseada. Lo hacía mediante un mensajero al que llamaban “al-qawwad”,
que cabalgaba con la misión de entregar el animal.
No ha llegado hasta nosotros
ninguna información que permita saber si tan insólita estrategia galante fue
algún día adoptada por los españoles; nos consta apenas que el vocablo árabe
llegó a nuestra lengua como “alcahuete” para designar a la
persona que concierta, encubre o facilita encuentros amorosos, generalmente
ilícitos.
Por extensión, la palabra se
usa también para nombrar a aquellos que sirven, voluntariamente o no, para
encubrir algo que se desea ocultar. En Río de La Plata (Argentina), se
llama alcahuete al que delata a sus compañeros para
congraciarse con sus superiores o con las autoridades.
Es una
palabra muy antigua, registrada en nuestra lengua desde 1251.
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