Este es un
artículo de mi autoría, publicado en primicia y exclusividad en la
"Revista Avancemos" (Chepén) en su edición Nº 71 del mes de febrero
de 2016. Es una publicación mensual dirigida por el Sr. Julio César Angulo
Quesquén, en donde –además de "Escritor"–, soy el responsable de la
"Corrección Gramatical" de gran parte de dicha revista.
------------------------------------------------------------------
Por: Nicanor Alfredo Camacho Núñez
“Se
puede dormir en la misma cama y no tener los mismos sueños”
–Proverbio chino–
Todo el mundo hemos escuchado tantísimas veces decir a alguien: “Te
quiero” o “te amo”. Pero,
¿sabemos qué diferencia hay entre estas dos expresiones? Estas dos palabras
implican acciones, es decir, son dos verbos que casi siempre los asociamos a
cuestiones sentimentales o a relaciones de pareja. El concepto “querer” lleva
implícita la idea de posesión. Te quiero para algo, para que estés conmigo,
para que me acompañes, para entrenar juntos, para que compartas alguna
actividad, etc.
Si bien es cierto, al emplear estos términos para expresar el sentir de
los profundos afectos, suena muy hermoso, pero el sentimiento a veces nos lleva
a cometer un error, y ello es confundir el significado de estos dos vocablos.
Según la Real Academia de la Lengua Española (RAE), estos términos
poseen significados distintos. “Amar” es un verbo que proviene de la palabra
“amor”, que significa: “acción de
expresar un sentimiento intenso, que por su iniciativa busca encontrarse y
unirse con otro ser”. Es decir, tiene una innata atracción, inclinación y entrega
de una persona hacia otra, cuyo objetivo es procurar la reciprocidad en el anhelo
de la unión de dos seres. Ello implica comunicación, convivencia, complemento y
una relación afectiva, basada en la decisión y consentimiento de sus propias
voluntades.
“Querer” es también un verbo y significa que “una persona pretende
cumplir su deseo, es decir, busca poseer o apetecer algo o a alguien para su
propia satisfacción personal”. En otras palabras, hay una inclinación, un
interés, teniendo una connotación egoísta y posesiva. En cambio, “Amar” es
un sentimiento altruista y desinteresado. “Querer” es un deseo que implica
buscar una satisfacción. A fin de cuentas, los seres queridos son seres de los
que se espera algunos comportamientos que nos causen satisfacción.
Por ese motivo, “querer” es generalmente causa de sufrimiento. Si quiero
a alguien, tengo expectativas de ese alguien, espero algo de ese alguien. Si
ese alguien no me da lo que espero o no cubre mis expectativas, sufro. El
problema es que hay una mayor probabilidad de que ese alguien tenga otras
motivaciones, pues todos somos muy diferentes entre sí. Cada ser humano es único,
es un universo.
“Amar” es desear lo mejor para el otro, aun cuando este tenga otras
motivaciones muy distintas. Amar es permitir que seas feliz, incluso cuando tu
camino sea muy diferente al mío. Es un sentimiento altruista y desinteresado.
Por eso, el amor nunca será causa de sufrimiento.
Cuando una persona dice que ha sufrido por amor, en realidad ha sufrido
por “querer” a alguien, y no por amar; se sufre por apegos. Si realmente se
ama, no puede sufrir; pues nada ha esperado del otro. Cuando amamos nos
entregamos sin pedir nada a cambio, se da por el simple y puro placer de dar.
Pues, el sufrimiento es aferrarse a lo que no depende de uno.
“Amar” produce un gozo profundo. Es la alegría de dar. La única manera de
darse cuenta de esto es empezar a aprender a amar. Se puede comenzar por actos
pequeños con las personas a quienes más queremos. Luego, debe extenderse a
todas las personas, en todo momento.
“Es difícil encontrar que alguien me ame. Es más fácil encontrar que
alguien me quiera para algo, mientras yo sea necesario y útil para ese alguien.
Pero son muy pocas las personas que dan amor altruista y desinteresado.” Si
bien es difícil encontrar a alguien que me ame, tenemos más de seis mil
millones de personas, en todo el mundo, que necesitan amor. Y la mayor
felicidad no está en ser amado, sino en la acción de amar al otro.
Asimismo, veo que a menudo confunden ambos términos cuando tratamos de
exagerar nuestro gusto por algo. Decimos, por ejemplo, “amo el arroz con pollo”
o “amo el vino”. ¡Qué absurdo!, cuando bastaría expresar que solo le
gusta.
La palabra “querer” también puede manifestar un deseo por algo, sin que
lleve por medio un sentimiento amoroso; como por ejemplo: “quiero un ceviche sin ají” o “quiero ir al gimnasio a entrenar”.
Si se dicen con sentimiento, “querer y amar” son de la misma magnitud,
sin diferencias. Si bien es cierto que el término “querer” es más general y se
usa con familiares y amigos; pero “amar”, yo pienso que lo debemos dejar
exclusivamente para el uso de las parejas.
De modo que nuestra felicidad y gozo está asegurado si dejamos nuestro
egoísmo. Seguro que a nuestro alrededor hay cientos de personas que serán
felices cuando compartamos con ellas nuestro amor. Y no hay problema al darlo: “dar amor no agota el amor, por el
contrario, lo aumenta”, salvo mejor parecer.
Personal Trainer y Corrector Gramatical
Nicanor Alfredo Camacho Núñez
Chepén – La Libertad