Este es un
artículo de mi autoría, publicado en primicia y exclusividad en la
"Revista Avancemos" (Chepén) en su edición Nº 67 del mes de setiembre
de 2015. Es una publicación mensual dirigida por el Sr. Julio César Angulo
Quesquén, en donde –además de "Escritor"–, soy el responsable de la
"Corrección Gramatical" de gran parte de dicha revista.
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Por:
Nicanor Alfredo Camacho Núñez
Todos anhelamos ser felices
y llevar una vida plena y en perfecto equilibrio. Sin embargo, para muchos,
esta armonía es imposible. Diría que no pudiéramos sincronizar nuestra vida
familiar con nuestros retos profesionales, o nuestras ambiciones financieras
con nuestras metas espirituales. A veces pensaríamos que no se puede balancear
nuestra alimentación, ni nuestras relaciones, ni nuestra cuenta bancaria. Así
que, hemos terminado por creer que este equilibrio es imposible de lograr. Nos
escudamos tras el absurdo paradigma:
«nada es completo en la vida», que todo
triunfo vendrá acompañado de un gran sacrificio en otro, ya que es irracional
tener todo lo que se desea.
Mis objeciones a esta
propuesta ilógica son: «Toda persona puede ser tan feliz
como se proponga serlo»,
y «todos tenemos más control
sobre nuestras vidas del que creemos tener». El caso es que hay que merecerlo, es decir, uno mismo es el que
tiene que trabajar en pos de nuestras metas, ya que otro no lo va a hacer por
uno.
Todos podemos diseñar una
vida de armonía entre las diferentes facetas de nuestro ser y convertirnos en
personas íntegras. ¿Cómo? La respuesta es sencilla:
El PRIMER PASO es «aceptar un 100% de la responsabilidad de nuestro éxito»; es decir, ser libres, y esto
implica asumirse (especialmente de nuestros errores). Es fácil racionalizar
nuestra mediocridad y culpar a terceros por nuestros fracasos si de antemano
hemos aceptado erróneamente que la responsabilidad de nuestro éxito y felicidad
no es enteramente nuestra. Bien decía el poeta Amado Nervo: «Porque veo
al final de mi rudo camino, que yo fui el arquitecto de mi propio destino».
El SEGUNDO PASO consiste en «asegurarnos de que en nuestro proceso de fijar metas a corto y
largo plazo, tengamos presente no descuidar ninguna de las múltiples facetas de
nuestra existencia».
El éxito profesional, por ejemplo, es de poquísimo valor si lo obtenemos a
costa de nuestra salud, o si crea un distanciamiento entre nosotros y nuestros
seres queridos. Cuando nos dispongamos fijar objetivos y desarrollar nuestro
plan de acción, debemos sentar metas profesionales y familiares, metas para
nuestro crecimiento intelectual y espiritual, metas que respondan a nuestras
necesidades de esparcimiento y diversión, metas que nos ayuden a mantener buena
salud y un buen estado físico, y también metas financieras.
Imagínate por un momento
que tu mente es como una gran empresa, una planta generadora de ideas, sueños y
propósitos. Una de tus responsabilidades más importantes en esta empresa es hacer
un balance y un inventario de todos tus intangibles para elaborar tu propio “plan
de vida”, y para ello cuentas con la ayuda de tu «junta directiva».
Esta «junta directiva» está compuesta por tu “ser profesional”,
tu “ser intelectual”, tu “ser familiar”, tu “ser salud junto a tu estado físico”,
tu “ser recreativo”, tu “ser financiero” y, sobre todo, tu “ser espiritual”.
Tu trabajo consiste en
escuchar a cada uno de los «siete
miembros de tu junta directiva»,
descubrir cuáles son sus metas más ambiciosas y escuchar atentamente sus
quejas, de manera que al desarrollar tu plan de éxito personal, cada una de las
siete facetas de tu ser se vean representadas. Si no escuchas las necesidades
de cada una de ellas, es muy posible que tu plan de vida no responda bien a los
múltiples intereses de tu ser. Esto traerá como resultado una existencia fuera
de balance, caótica, rivalizando siempre con tus semejantes, incapaz de decir
no cuando es necesario decirlo, mezclando tolerancia con sometimiento y marcada
por los continuos conflictos internos entre los diferentes aspectos de tu vida,
algo que particularmente lo veo a diario en muchos profesionales de hoy.
Si desarrollas un plan de
éxito en donde consideres las múltiples necesidades de tu ser, es decir, «escuchando a cada uno de los siete
miembros de tu junta directiva»,
habrá armonía en toda tu vida, habrá paz, habrá felicidad, habrá éxito, y verás
cómo es posible alcanzar que estas siete individualidades cooperen y trabajen
juntas proyectándote las herramientas, la energía y la visión que te permitan
vivir una existencia plena.
Descubrirás cómo es posible
triunfar profesionalmente sin tener que sacrificar la relación con tu pareja o
con tus hijos. “Lograrás erradicar aquel
viejísimo paradigma” que te había condicionado a aceptar que si deseabas
triunfar, debías trabajar duramente, olvidándote de tu recreación y hasta de tu
salud. Comprenderás que es viable mantener un balance entre lo material y lo
espiritual. Así que, «ignora a quienes profesan que es imposible hacerlo
todo». El obtener una vida balanceada “debe ser la meta más importante de cada persona” que
verdaderamente desee ser feliz; salvo mejor parecer.