Este es un
artículo de mi autoría, publicado en primicia y exclusividad en la
"Revista Avancemos" (Chepén) en su edición Nº 62 del mes de febrero
de 2015. Es una publicación mensual dirigida por el Sr. Julio César Angulo
Quesquén, en donde –además de "Escritor"–, soy el responsable de
la "Corrección Gramatical" de gran parte de dicha revista.
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Por: Nicanor Alfredo Camacho Núñez
Si los seres humanos venimos de una
relación, nos creamos en una relación y nacemos a través de una relación, a
veces me parece absurdo lo mucho que nos cuesta construirlas y ser felices en
ellas; principalmente, en las relaciones de pareja. Sin embargo, nos guste o
no, mientras crecemos, obtenemos una gran “maestría” en ellas, ya sea por los
muchos errores o caídas, o, en el mejor de los casos, por haber creado casi sin
saber cómo unas excelentes, sólidas y muy nutritivas relaciones se pueden venir
por los suelos.
“Se puede
dormir en la misma cama, y no tener los mismos sueños”
–Proverbio chino–
Aunque no cabe duda que el amor sea la
fuerza que mueve al mundo, no lo es todo en una relación. A veces encontramos
parejas llenas de amor, pero con gran estrés para relacionarse, lo que las
lleva a sentir que el amor se desvanece ante tanto obstáculo relacional. Por lo
tanto, la vida actual nos exige también aprender a relacionarnos en el amor.
En mi opinión, el amor y las relaciones son
cosas muy distintas. Todos tenemos amor, está ahí, nos nutre y nutrimos; lo
intercambiamos con otros. Ahora bien, relación es la responsabilidad que asumo
con quien he atraído a mi vida y he decidido que se quede conmigo para vivir y crecer
juntos. Quizás alguien diga que acerca del amor no hay nada que aprender, pero
acerca de las relaciones afirmo, sin duda, que es un aprendizaje constante.
Abre tu corazón y tu mente, y asimila todo el conocimiento que –en el intercambio de una relación– hay para ti.
Una relación sentimental es la unión de dos personas
de sexo opuesto, de dos culturas, de dos historias, de múltiples raíces, de
miedos ancestrales revolcándose por tomar el poder, pero es la más dulce y
maravillosa forma de crecer juntos si hay compatibilidad de caracteres.
Recuerda que: Una
relación está viva cuando cambia, cuando se mueve, inclusive, cuando
esporádicamente entra en conflicto. Una relación que crece, siempre da muestras de movimiento; pues, “si
no aceptas que tus relaciones cambien, vas a tener que cambiar de relaciones.”
Una relación de pareja es, ante todo, una
instancia y una oportunidad única para crecer y desarrollarse juntos. Muchas
veces se torna difícil porque siempre atraemos a nuestro espejo o a nuestro
similar, y esto nos llena de furia al tener tan cerca –y de manera tan tangible– a nuestros peores temores y a
las más claras expresiones de conductas escondidas que salen a la luz ante
nuestros ojos. Cuando juzgues o despotriques de tus ex parejas o de tu actual
pareja, recuerda que tú la atrajiste a tu vida y que ella habla solamente de
ti.
Una buena relación no se mide por lo que
dura ni por lo que se da o se recibe. Simplemente se mide por el crecimiento
que esta nos brinda y por la madurez que tengamos para disfrutarla
recíprocamente. La estabilidad, es decir, el que todo esté igual, el que no
exista ni un “sí”, ni un “no”, son bombas de tiempo para hacer volar una
relación en mil pedazos y dejar a sus componentes, o por lo menos a uno de ellos,
en la mayor de las frustraciones.
Relacionarnos bien parte de una base (a veces difícil), y es que, es entre seres vivos
quienes cambian, se mueven, se deprimen, se alegran, quieren huir y hasta –en muchas oportunidades– quieren simplemente desaparecerse,
y, en ocasiones, ni siquiera tiene que ver con el otro. Saber que todo cambia,
regocijarse en lo nuevo y saber que lo pasado fue maravilloso, pero ya pasado,
nos permite el dinamismo espléndido de la aventura de verse y crecer en
compañía.
Si mi relación conmigo mismo y mi relación
contigo constituyen un movimiento pendular y equilibrado que da satisfacción y
movilidad, la soledad no es más que ese péndulo detenido. Por lo tanto, solamente
yo puedo volver a moverlo cuando comienzo por mi relación conmigo mismo. Así
que para huir de la soledad, comencemos por nuestra propia relación: consigo mismo; salvo mejor parecer.