Esta palabra habla de cierta decisión que no va a ser
modificada de manera alguna, no importa cuánto se ruegue al que la adoptó.
La palabra proviene del latín inexorabilis, un adjetivo
que se aplicaba a aquel a quien no era posible conmover mediante ruegos ni
oraciones porque era absolutamente inflexible. Veamos cómo está compuesta: orabilis es en latín "aquello
que es posible pedir". Si se le añade el prefijo ex-, tenemos el vocablo
exorabilis, que significa "que puede ser disuadido mediante ruegos",
y también "que se deja corromper o sobornar". Inexorable sería, pues,
aquel que no se deja convencer, que no es exorabilis. Horacio usa inexorabilis
auro para denotar "que no se deja convencer por el oro".
Cabe añadir que orabilis proviene de orare 'rogar',
'pedir', 'solicitar', que se derivó, a su vez, de oris 'boca', presente también
en oral, oración, orador, perorata y hasta en la palabra oráculo (de la
pitonisa).
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